Publicidad

PARA EL INCONSCIENTE GANAR O PERDER ES LO MISMO, SE SATISFACEN DESEOS: DESARROLLO PERSONAL


            Las palabras desarrollo y personal nos hacen cuestionarnos qué es ser una persona. Esto conlleva una evolución hacia la constitución como ser humano, porque no se nace siéndolo, sino que es a través de la educación como se accede a la humanidad. No es sin otros.

            El adulto ya no se ha de regir por el aquí y ahora, sino  incluir a los demás, descartar ciertos deseos como irrealizables, que atentan contra la civilización (incesto, matar, canibalismo...), pero tener en cuenta que esos deseos permanecen en calidad de reprimido en cada uno de nosotros, como si fuesen titanes que sostienen las columnas de nuestro ser, nuestro ser deseante.

            Todos somos semejantes pero diferentes. Nos diferenciamos en cómo nos posicionamos antes nuestros deseos y cómo hemos aprehendido esos lugares básicos, esos pilares, que nos hacen movernos en el mundo en un lugar o en otro. Es decir, somos cómo nos relacionamos con nuestros superiores, nuestros iguales, nuestros inferiores, qué posiciones adoptamos y cómo transformamos la realidad.   En todos nosotros ha de incluirse los significantes padre, madre, hombre y mujer, y dependiendo de cómo los he interiorizado en mí, así me relaciono, porque es algo que se actualiza cada vez en las relaciones. Por ejemplo, hay quien, aun sabiendo de la ley, siempre se la salta, hay una tendencia a cuestionar ese lugar de autoridad, a recibir ese castigo, ese límite, que no está puesto en su lugar.

            Ser hombres y mujeres de este siglo no tiene nada que ver con nacer en él. Podemos caminar entre otros pero estar aún anclados en épocas anteriores. Ese ser primitivo, ese niño, se actualiza en cada movimiento que hacemos en nuestra realidad, ante un cambio, ante situaciones que nos mueven esos pilares básicos.

            Hay un momento en nuestra constitución psíquica en la que dejo de atribuirle al otro esa omnipotencia, como que todo lo puede,  y empiezo a desear, a moverme en la realidad para satisfacer las necesidades, porstergarlas, hacer algo por los demás. Pero hay personas que ante los cambios, lo nuevo, se detienen en esa angustia y no pueden seguir, o retroceden, vuelven a etapas anteriores. Por ejemplo, el tabaquismo, alcoholismo, están relacionados con la etapa oral, donde el niño se relaciona con el mundo a través de la boca, con el pecho de mamá, y es como si no pudiera soportar algo de la realidad y vuelve a esa etapa infantil. En lugar de transformar esa realidad, trabajar para ello, se queda fijado en lo oral.

            Eso que se llama comunmente “personalidad” no es una forma de ser en la que se nace y queda prefijado, sino que se va constituyendo a lo largo de toda la vida. No es tanto una estructura, sino posiciones psíquicas.

            El desarrollo personal tiene mucho que ver con poder llegar a conocernos, porque, como hemos comentado anteriormente, en todos anida ese primitivo, ese niño, que tiende a realizar los deseos de manera inmediata, y que produce efectos en la realidad. Esto no es sin conocer de los procesos inconscientes. Inconsciente, “subconsciente”, son palabras que se introducen en el lenguaje cotidiano para dar explicación, como en saco roto, de algo que no se llega a hacerlo a través de la razón. Sigmund Freud, a partir de su obra La Interpretación de los Sueños, produce el concepto de Inconsciente y nos desvela cómo funciona la mente y se da cuenta que tanto sanos como enfermos tenemos el mismo aparato psíquico, que no hay nada estropeado, sino que es cuestión de cantidad, de posicionamientos ante el deseo, que en unas ocasiones llevan a unas personas a producir un delirio, otras un sueño, un acto de creación, un lapsus, un acto fallido, un olvido o un acto de creación.

            Es decir, que a partir del Psicoanálisis, sabemos que en todo lo que nos pasa en la vida hay una implicación psíquica y tiene que ver con nuestros deseos. Si algo se me repite, como si fuese un telar común, aunque sea algo para mí displacentero, que me produce rechazo, has de saber que hay deseos inconscientes que se satisfacen de manera disfrazada.  Todo lo que hacemos habla de mí, de cómo deseo, postergo, realizo. No es que tenga que imponerme claves, normas, pasos, frases positivas, y sea cuestión de conducta, sino que hay algo de base que no se puede explicar a través de lo razonable y esos son los procesos inconscientes. ¿Por qué cuando voy a alcanzar algo muy soñado ese día, justo, enfermo? ¿Por qué a pesar de que digo querer algo nunca puedo?

            En todo hay un trabajo, tanto para construir el éxito como el fracaso y siempre hay un beneficio.  Hay una tendencia en todos a no hacer nada, a la mínima tensión posible, es la relación con la función mamá, pero si no hay inquietud en mí, zozobra, frustración, el deseo no se relanza y no se alacanza el movimiento. La vida es desarrollo y  querer detener nuestra energía psíquica que es el deseo, es enfermar, volverlo al propio yo, al narcisismo.

 

            Para ello hay que tolerar la incertidumbre, antes de hacer cualquier acto va a haber angustia y después culpa, porque siempre hay algo que se desea que no corresponde y eso genera culpa inconsciente que puede hacer que se busque castigo en la realidad.

             Si uno no hace nada con el tiempo permanece como está, no puedes ser igual a los veinte que a los cuarenta. A la ambición hay que añadirle trabajo para no quedarse en el ámbito de la fantasía, que lleva a secuestrarse de la realidad.

            Una de las mayores dificultades en el ser humano es pasar del amor familiar al amor social. Debemos la vida a nuestra madre y produce mucha dependencia. A veces no se tolera tener esta deuda, genera agresividad. Es lo que llamamos la deuda simbólica, ya había un mundo antes de que yo llegara. Y esta cuestión se puede resolver de muchas maneras: hacer mal las cosas de la vida, pereza, tedio, desazón...o lo contrario compartir con el mundo, producir.  Toda tu vida puedes dedicársela inconscientemente a esos padres,  tanto los exitos como los fracasos. En todos los actos hay un “para algo” o “para alguien”.

Dejemos de quedarnos en la superficie en cada uno de nosotros y toleremos que los pasos que hemos caminado tienen que ver con nuestros deseos.

Todo lo que nos pasa está relacionado con nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos. Tolerar lo nuevo tiene que ver con dejarse hacer, dejarse escuchar, permitir transformarse porque cuando puedo introducir algo nuevo, se modifica lo anterior y va a producir efectos en la realidad. Cuando puedo combinar las palabras de diferente manera  me permito sumar personas, escenarios, la historia de mi vida. Nada viene dado, lo produzco a través de las palabras. No podemos, después del psicoanálisis, seguir pensando que no tengo nada que ver con lo que me pasa, que “soy así”. Recuerda que para el inconsciente ganar o perder es lo mismo, también satisfacemos deseos.

 

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.