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El perdón


        Este domingo pasado, “zapeando” por los canales de televisión me encontré con el programa de Riste Mejide de la cuatro, iba a entrevistar  a Irene Villa.

    Me quedé a verlo pues esta mujer me ha merecido un gran respeto, como sabemos ella y su madre, que trabajaba como funcionaria en una comisaría, tuvieron un atentado de ETA, le colocaron una bomba en los bajos del coche al explosionar le origino la perdida de las dos piernas y algunos dedos, también su madre tuvo lesiones semejantes.

   Lo que más ha llamado la atención es que fueron capaces de perdonar a los que atentaron contra ellas, no voy a entrar en consideraciones de tipo religioso, sabemos que Cristo nos invita a perdonar a nuestros enemigos,  sino en los aspectos psicológicos.

   Lo normal en situaciones como esta es odiar a los que les han causado los daños, el odio es como  un “veneno” que generamos dentro de nosotros y que permanentemente nos está creando rencor, situaciones de angustia,  desasosiego, focalización constante al problema, insomnio, etc…

    No nos deja vivir y basta que se produzca cualquier estimulo como alguna noticia relativa al problema para que los síntomas se acrecienten.

    Irene contó que fue su madre la que le dijo que tenían dos caminos, uno odiar y otro perdonar, este último las liberaba de los sentimientos de odio y resentimiento pues les permitía desconectar del problema, optó por este último y desde entonces, a pesar de las limitaciones  físicas y emocionales que le había generado el atentado, era una mujer feliz.

   Como decía la Madre Teresa de Calcuta, “el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”

    Desde un punto de vista psicológico, perdonar supone un renacer emocional, en cuanto dejamos de pensar en el daño recibido, emocionalmente nos sentimos mucho mejor.

   Mejora significativamente nuestras relaciones sociales pues estas se producen de forma relajada.

    Pero además trae beneficios para la salud, pues según los estudios realizados mejora la tensión arterial y la frecuencia cardiaca es menor, esto es fácil de comprobar, cuando estamos metidos en sentimientos de odio, cualquier situación que genere nuestra ira, automáticamente sube la tensión y aumenta la frecuencia cardiaca.

    También disminuye significativamente nuestras situaciones de estrés, al pasar al “cajón del olvido” nuestro odio y rencor vemos la vida de forma más relajada y optimista.

    Pero hay algo muy importante, mejora nuestra autoestima, pues la imagen que tenemos de nosotros mismos, al estar libre de rencores y odios nos hace sentirnos mucho mejor y mejora nuestra imagen ante los demás que apreciarán el valor que hemos tenido para olvidar.

    Hay una frase de Mahatma Gandhi que es ilustrativa pues para perdonar requiere dejar de lado nuestro orgullo y prejuicios, “El débil no puede perdonar, el perdón es un atributo de los fuertes”.

    Irene y su madre han demostrado que son muy fuertes y por ello han podido perdonar, imitemos su ejemplo si en algún momento nos encontramos en una situación semejante.

 

 

 

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