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El segmento de plata. El equilibrio


      En esta semana he tenido la oportunidad de enfrentarme a la realidad inherente al paso de los años. Lo he podido comprobar en mi visita a dos amigos entrañables. El primero, mayor que yo, ha sufrido la acumulación de diversas enfermedades propias de los que han pasado de los ochenta. Como culminación de las mismas se ha caído con la brecha consecuente y el miedo a volver a perder el equilibrio. Se ha provisto de un “taca-taca” o andador.

     Por otra parte, como muchas otras veces, he acudido a la Residencia de Mayores “El buen Samaritano” de Churriana. En dichas instalaciones, bajo el auspicio de Cáritas Diocesana de Málaga, se encuentran acogidos más de medio centenar de mayores, algunos de los cuales son miembros del clero jubilados. Regularmente mi amigo Sergio acude desde su casa en Casabermeja a celebrarles la Santa Misa. Hoy… ha aparecido con un bastón.

    En “el Buen Samaritano” la celebración de la Eucaristía es impresionante. Concelebran tres o cuatro acogidos y el resto, clérigos y seglares, participan activamente con voces disonantes debido a las dificultades auditivas de algunos. En el día de hoy, lo que más ha llamado mi atención, ha sido la homilía. “Breve y liberadora”, como acostumbra a proclamarla Sergio y como me gusta a mí.

    Esta mañana, comenzó el celebrante por reconocer –con cierta vergüenza- la dependencia del bastón, lo mismo que la mayoría de los presentes, que necesitan toda suerte de bastones, carritos de mano o mecanizados, cuidadores o el brazo de los amigos que les permiten moverse con cierta habilidad. Pero inmediatamente surgió un torrente de ideas nacidas de una inteligencia, formación y experiencia acumulado en muchos años de magisterio.

     En apenas cinco minutos nos hizo reflexionar sobre la necesidad de olvidarnos de “nuestras verdades inquebrantables, nuestra suficiencia, nuestro complejo de superioridad y de considerarnos de vuelta de todo”. Volver a la capacidad de asombro y la apertura al Espíritu que nos habla a través de los signos de los tiempos. Diferenciar los dogmas de las costumbres y los reglamentos. En una palabra vivir en el mundo y con el mundo.   

     Este estilo de vida, esta aceptación de la búsqueda de la verdad a diario, nos van a permitir vivir en ese equilibrio espiritual. El escuchar a los demás, el aceptarlos como son y la apertura a los nuevos aires, harán de bastón que nos permita seguir conviviendo con la humanidad y con nosotros mismos.

     ¡Menuda enseñanza!

 

 

 

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