Han sido dos días de bastante ajetreo, pues aunque nací un 26 de enero del siglo pasado (1936) en el DNI data el día 27: así que celebro el “cumple” durante 48 horas seguidas, algo que mi débil cuerpo soporta con cierto estoicismo.
He vivido, pues, dos días de variadas emociones entre familiares, amigos visibles y el gran ejército de Facebook que, por cierto, este último, me ha dejado “tocado” con tantas muestras de “amistad” y cariño; vaya, pues, para todos ellos y ellas mi inmensa gratitud por hacerme ver que no estoy tan solo como yo creía.
Han llegado los regalos clásicos, a saber: las consabidas bufandas -mi prenda preferida de vestir-, en este caso dos; las consabidas buenas botellas de güisqui -J Walker y Chivas, clásicas reservas ambas-, una gorra de muy apreciable valor humano, jersey, un cojín para el taburete en el que paso horas… etc.
Casi todo el santo festejo, aparte de una salida fugaz y exquisita a una marisquería del barrio, ha transcurrido en el consabido Gran Vía, es café-bar donde paso buena parte de mi tiempo libre bebiendo algún güisqui, moka, bocadillo y saboreando amistad adobada con múltiples conversaciones que todas conducen a una carcajada sonora y/o a una cómplice sonrisa que nos acerca cada día más.
Pues bien, los amigos del Gran Vía, han “clavado” -valga la expresión- en una de sus paredes una placa en la que se lee “Rincón del poeta José García Pérez”, y lloré -por dentro para no parecer un viejo “chocho”- cuando descubrieron tan maravillosa y milagrosa miniatura en tan insigne y majestuoso lugar; ahí siempre tendréis el calor de mi amistad y una copa.
Gracias a tod@s.
Normas de uso