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El Copo. Entre ellos mismos finiquitaron al PCE


Ellos mismos, los dirigentes y militantes del PCE, acabaron con el histórico partido que fue el único referente de oposición, más o menos moderada, al régimen franquista.

                Salvaría al más histórico de todos ellos y el más discutido durante años por la derecha y la socialdemocracia del PSOE, a saber: Santiago Carrillo. Sin embargo fue el único que supo adaptarse al salto de pértiga que supuso la transición española de 1978 tras abjurar de la bandera republicana y aceptar la monarquía parlamentaria.

                Sus sucesores: Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Francisco Frutos, José Luis Centella, alguno más, Gaspar Llamazares, Cayo Lara y Alberto Garzón aparecieron como conjurados y destinados a convertir en un erial repleto de deudas y cambios de estrategias para finiquitar al “partido” convirtiéndolo en distintos bandos que han acabado con expulsiones entre ellos para terminar en las redes de los círculos morados de Podemos.

                Tal vez fuese el espíritu emigratorio andaluz lo que llevó al de “programa, programa, programa”, Julio Anguita, a dejar Andalucía para emigrar a Madrid e intentar una pinza con la ayuda de Aznar para herir de muerte al PSOE de Felipe.

                La última trifulca entre el cuasi “podemita” Alberto Garzón y Llamazares puede ser el fin oficial las PCE, aunque siempre quedará parte de sus auténticas bases, aquellas que creen en la unidad de la nación española y no en la autodeterminación de sus regiones y nacionalidades.

                La esperanza del PCE, Alberto Garzón, se ha convertido en un muñeco de Pablo Iglesias; ya ven que hasta Iñigo Errejón ha sabido zafarse del beso de la muerte.

 

 

 

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