A partir de mañana o pasado mañana, cualquiera sabe, dedicaré mi “copo” a opinar sobre la rabiosa y jocosa actualidad que nos rodea, pero permítanme que hoy, algo cansado tras el post operatorio de hace unos días, lo haga sobre la vivencia que he tenido en esta segunda intervención quirúrgica en el plazo de unos quince días.
La sociedad se encuentra en permanente cambio en todo lo concerniente a comunicación, pero las redes sociales permiten abrir un amplio campo de visión de la auténtica realidad, aunque a veces quede desdibujada por los que hacen un mal uso de ellas.
Manuel Montes, ese amigo de correrías cristianas, creo que ha sabido definir mi forma de ser como nadie al tiempo que ha estado permanentemente conmigo en las dos intervenciones quirúrgicas a que he sido sometido (les invito a buscar en “El Faro de Málaga” la columna “Santa Bárbara” de su autoría).
Y junto a él, todas aquellas personas, amig@s de Facebook, que me han otorgado palabras de aliento en este último trance padecido y de una extraña “amistad” que, la mayoría de las veces, descansa en temas epistolares, poéticos o de la actualidad; curiosamente es una magnífica manera de no encontrarse en soledad. Besos a todos y todas.
Sí he sentido que aquellos con los que compartí durante años recitales, confabulaciones, amor de padre a hijo adoptivo y viceversa hayan pasado del tema cuando hubiese sido una excusa para volver al sacrosanto espacio de la amistad; es seguro que tuve que ser perverso con ellos.
No puedo olvidar el aliento de mis amigos de la tertulia del Gran Vía aunque tenga, a veces, aroma a güisqui.
Os quiero a todos, incluidos los olvidadizos.
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