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El Copo. Las dulces uvas del fin de 2018


El personal médico del hospital El Ángel me ha largado al bullicio de estos últimos días navideños con la condición de mi nueva vuelta el próximo día 15 para quitarme algo que han colocado en mi envejecido cuerpo y darme el alta definitiva. Y ole con ole y ole, o sea: he aceptado.

                Y aquí estoy vivito y coleando dispuesto a contaros mi pequeña vivencia de la noche del finiquito de 2018: las dulces uvas que tomé con mi “pastora” y Rosamary, la hija única que vale igual o más que una docena de hijos, uvas y amigos.

                Mi agradecimiento a los que perdieron algo de su tiempo para ganar en humanidad y amistad; por allí pasaron Manolo Montes (a diario), amigos del Gran Vía como Ignacio, Manolo y Diego (besos), mi santa hermana Nati con Fernando, uno de sus cinco hijos, y José Luis, el “rebelde sin causa”, hijo de mi hermano Fernando; ambos conforman un par de seres dignos de un gran estudio sobre la distancia y la cercanía en la visión de este extraño mundo en el que estamos inmersos.

                Y junto a ellos esa nueva saga de amistades que van, vienen y vuelven a irse -son los hijos de Facebook- que van rociando letanías de frases que conforman un conjunto de suspiros, alivios y sonrisas que crean un manantío de esperanza que transforma la distancia en cercanía. Os quiero.

                Dulces uvas las de este extraño año viejo que, por su experiencia, ha vuelto a enseñarme que la VIDA existe.

 

www.joségarciaperez.es

 

 

 

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