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El Copo. ¿Estamos aburridos?


Imposible saber el final de la crisis catalana con la serie de incompetentes que manejan los hilos de nuestra locura política. Por tierras de la exquisita butifarra pululan sujetos de toda calaña que pueden conducirnos a una explosión política no deseada.

Olvidemos la puesta en escena del acuerdo voluntarioso y electoralista de Pedro y Pablo para dotar a España de unos Presupuestos donde nos crujan como a una castaña pilonga y, de paso, sonriamos ante el despiste del primero de la collera nombrada en la recepción real cuando se colocó junto al monarca para recibir los saludos afectuosos de Rafael Hernando entre otros.

Volvamos la vista al Parlament donde se escenificó una reprobación a SM Felipe VI y la abolición de la Monarquía avaladas ambos por los “comunes de Podemos” y los compinches de Quim Torra para escenificar la III República Española.

Pudiera ocurrir que los “trullos”, nunca se sabe, vuelvan a abrir sus puertas para acoger a los diferentes “vivales” que se forran a costa de tantos ciudadanos disciplinados que aguantan lo que le echen.

España -este país monárquico por excelencia, guste o no- está consiguiendo ser el hazmerreír internacional. Ya ven, fracasada la República fantasma del fugado señor Puigdemont -un “cagueta” como un pino- otros toman el relevo al tiempo que la mayoría de los españoles pasan de todo.

Y es que en este montonal de distintas formas de ver España los hay que añoran la II República de tres años de duración con sus quemas de conventos, con el intento de golpe de Estado en 1934 programado por Largo Caballero, por adelantos y retrocesos. España y olé. De la I República mejor no hablar, pues no llegó al año de vida. El resto se divide en dictadores, pronunciamientos, reyes que huyen y cambios de banderas.

Así somos y así seremos a no ser que, sin tapujos, la cordura y la verdad se instalen entre nosotros, aunque creo es misión imposible pues somos hijos del suicidio colectivo.

 

 

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