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El Copo. La mosca de San Miguel


En estas fechas donde el tiempo se columpia entre finales de septiembre -últimas cinco víctimas del franquismo -y principios de octubre -nacimiento del GRAPO- en un movimiento de “acción-reacción” con la retirada de todos los embajadores del reino de España tiene lugar la llegada de la llamada “mosca cojonera”,  esa “hija puchi” que te trinca al revolver de una esquina y que por su pegajosidad es imposible deshacerte de la misma por más manotazos que des para deshacerte de ella y de la que te libras cuando llegas a casa si es que no se ha colado en el mismísimo dintel de la puerta que separa la tranquilidad del hogar del traqueteo diario de no saber si colocarte una fina guayabera que cubra tu cuerpo o ir en mangas de camisa.

Hoy, porque sí, estaba tomando un Jameson con cierta osadía frente al Gran Vía, cuando un par de cojoneras, al unísono, llegaron para bombardearme en vuelo picado el borde del vaso que contenía el líquido color oro o en la pista de aterrizaje de mi lustrosa calva, justo en el momento que intentaba conversar con una buena amiga de Facebook interesada por saber de mi silencio y sus causas en esta escalada de muros que pueden conducir a disfrutar de una cierta amistad o a mentir con un cierto regusto de una serie “me gusta” que a nada conducen o, a lo más, a engañarse o engañarnos mutuamente.

En el San Miguel de 1975 fueron condenados a muerte cinco miembros del FRAP y ETA y como reacción fueron asesinados varios policías nacionales el primero de octubre, Día del Caudillo, por un nuevo grupo terrorista llamado GRAPO -Grupo Revolucionario Antifascista Primero de Octubre-.

Así se escribía la historia de España en aquellos tiempos. Después el “candado del 78”, o sea, la Constitución imprimió otra forma de escribir nuestra historia mediante una Ley de Amnistía que algunos políticos actuales desean derogar.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

 

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