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El Copo. Un reencuentro poético


La poesía va y viene como las olas con su pleamar y bajamar, a veces la ocultan los mares y en ocasiones se deja ver como las caracolas que quedan al desnudo. Qué le pasa al poeta que se encuentra cuando nota que la “chispa” se aleja y parece que todo lo que tenía que escribir se difumina como la tinta en papel mojado.

         Acaso la poesía es una perturbación mental y que ella solamente acude en momentos de una “santa” locura; porque lo cierto es, creo, que esta vocación no es una churrería de la que todos los días tengamos que extraer tejeringos al por mayor.

         ¿Tiene punto y final el hecho poético? ¿Es poesía todo aquello que se escribe en líneas que llamamos versos? Ya saben el dicho que sobre los poetas se dice a menudo: “De lo sublime a caer en el mayor de los ridículos solamente existe un paso”.

         Después de años por el desierto del mundo literario, he recibido hace unos días una invitación oficial para leer unos poemas en un pequeño pueblo de Málaga cuyo nombre por ahora silencio; para qué engañar, pero lo cierto es que me he sentido feliz porque alguien se acordó, cualquiera sabe la causa, de este anciano.

         He aceptado la invitación, aunque todavía me queda saber la forma de llegar a la biblioteca del pueblo en cuestión; siempre emergerá un amigo que se “apiade” del poeta y diga: “No te preocupes abuelo, cuenta conmigo”.

         Me siento algo menos viejo o algo más joven; este sencillo acto lo considero un milagro.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

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