Hoy ha tenido lugar -en el seno de la comisión Constitucional del Congreso- la comparecencia de la vicepresidenta del Gobierno para dar cuenta de sus proyectos: esencialmente los relacionados con la posible reforma constitucional y sus encuentros con los presidentes de las Comunidades Autónomas.
Lógicamente, porque así lo demanda la actualidad, el manoseado tema catalán y su referéndum ha sido el primero en salir a la palestra; atentamente y con las orejeras bien colocadas los representantes del antiguo partido del 3% y de Esquerra Republicana, enfrascados en si forman parte o no del número circense de apoyar al PSOE en el tema de RTVE, atendían las explicaciones de la nacida en Cabra.
La “vice” fue requerida por el socarrón del diputado Tardà sobre qué diálogo esperaba del próximo encuentro entre Sánchez y Torra, el molt supremacista presidente de la Generalitat. A lo largo de su respuesta, Carmen Calvo contestó al republicano que dicho diálogo sería “franco, abierto, democrático y sin cortapisas”. A Joan Tardà se le transfiguró su rostro emergiendo en él una amplia sonrisa al tiempo que aventuraba que, en caso de ser así, votarían la lista de PSOE y Podemos encargada de llevar la rienda de las “teles” y “radios” nacionales pagadas con dinero de todos los españoles. Y lo decía plenamente convencido porque “sin cortapisas” equivale, y es cierto, a “sin condiciones”.
Un servidor, a fuer de ser sincero, aunque cueste serlo, observó como la vicepresidenta “reculaba” algo, aunque manteniendo lo dicho. O sea, que todo eso es cosa de marrullerías y que no tenemos solución sea “Dios” o el “Demonio” quien nos gobierne.
Sin embargo, me alivia pensar que fue Carmen Calvo, siendo ministra de Cultura con Zapatero, la que pronunció la famosa frase: “el dinero público no es de nadie”. Tal vez, no lo sé, amparándose en ello unos y otros pellizcaron la pasta y nació la corrupción.
No lo sé.
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