Si usted viene por Málaga, una obligación existencial, debe acudir a la Playa de las Acacias y visitar el chiringuito “Miguelito el Cariñoso, para degustar, además del famoso pescaíto malagueño, una paella de rechupete; lo que tristemente es cierto es que no podrá “echar un rato” con la persona que dio nombre al merendero porque hace ya unos pocos de años que nos dejó para siempre.
Recuerdo un verano que me encontraba en el “lugar donde el viento silba nácar” y a media mañana sonó el móvil; el artífice de la llamada era Francisco de la Torre, alcalde de Málaga; quedé gratamente sorprendido. Me explicó que la causa de su llamada era el compromiso que había adquirido con Miguel, a causa de una visita que había realizado a la barriada donde vivía “el cariñoso”, de darme un abrazo y que me comunicara que se encontraba mejor.
Así es Paco de la Torre, el hombre, y por eso le vota el malagueño. Comentamos ambos la singular figura de Miguel, hombre que lo dio todo por los más necesitados y, especialmente, por los llamados “alcohólicos anónimos” del que fue uno de los fundadores en Málaga de la Asociación “Alcohólicos Anónimos”, cuyo lema es “SÓLO POR HOY”, y su oración, llamada de la SERENIDAD, dice así: “Señor: concédenos serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que sí podemos y sabiduría para discernir la diferencia”.
Cuando murió Miguel, hace un montón de años, junto con otros amigos, iniciamos una recogida de firmas a fin de que una de las calles de Málaga llevara el nombre de “Miguelito El Cariñoso”; tuvimos que poner fin a la recogida de adhesiones por la avalancha que hubo y presentamos el dossier al Ayuntamiento, Concejalía de Cultura, que aprobó la petición.
Dicha aprobación duerme, nunca mejor dicho, el sueño de los justos por lo que, de nuevo, intento remover la conciencia de los componentes de la corporación municipal.
Así es también Francisco de la Torre, el Alcalde, capaz de crear una Málaga nueva y dejar lo clásico -porque Miguelito era y es un clásico- en el mayor de los olvidos, aunque todavía estamos a tiempo de hacer justicia con él.
Confiemos en enmendar este entuerto.
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