Aunque al flamante ministro de Deporte y Cultura o viceversa, señor Màxim Huerta, en su pasado inmediato no gustara de la primera de sus encomiendas, hoy, por aquello del buenísimo opio del fútbol, andará diciendo para sus adentros “para qué me metería yo en estos menesteres”, en el mismo día en que se ha sabido que, a pesar de su cultura, o tal vez por eso, se tienen noticias de su intento de defraudar a Hacienda una jugosa cantidad de parné, hecho por el que desde su izquierda, Podemos, y su derecha, PP, se pide su cese fulminante, hoy se ha convertido, Màxim, junto a su Ministerio, en el protagonista del día. Hablemos de fútbol porque de lo otro, el fisco, ya se encargarán unos y otros durante esta jodida realidad de verano que tenemos encima.
Pues casi nada la que se ha armado con el cese de Lopetegui, ex seleccionador del equipo español, a cuarenta y ocho horas de vernos la cara con los lusos que comanda el “guapera” de Cristiano Ronaldo. Un servidor ve muy requetebién que Luis Rubiales, presidente de la RFFE, haya cesado fulminantemente a Julen Lopetegui como seleccionador de la “roja”, no tanto por su fichaje por el Real Madrid sino porque don Florentino lo ha dado a conocer colgando la noticia en la web del equipo merengue; podía el buen hombre no haber anunciado a bombo y platillo el notición y, tal vez, no hubiese ocurrido nada.
Pero don Florentino es así, y la “cosa” se ha liado porque el fundamento de la “roja” está conformado por jugadores del Barça y el Madrid, y cualquier cambio de jugador durante cualquiera de los encuentros hubiese traído lógicas suspicacias. Se imaginan ustedes la que se hubiese montado por estos páramos -ya sin Rajoy como chivo expiatorio de todo lo que pasaba en España- si el Barça hubiese sido el autor del citado fichaje.
Lo nuestro, de tarde en tarde, es vencer, aunque estemos más acostumbrados a perder con honor. ¡Oh el honor!, bello concepto para escribir sobre él un día de esta semana; lo aviso.
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