Cuando un hombre cumple su sueño, caso de Pedro Sánchez en su deseo de acceder a la presidencia del Gobierno de España, es digno de reconocimiento y aplauso; y más si esa dignísima función lleva consigo que al final de su mandato -porque todo tiene fin- cobrará, tal como Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy, una pensión vitalicia de 80.000 euros anuales. Vaya pues, para todos, mi sincera y envidiosilla felicitación.
Diferencia a Pedro del resto de anteriores presidentes que estos entraron en La Moncloa por el voto directo de los ciudadanos españoles y el, Pedro, será inquilino del Palacete por el voto indirecto, aunque totalmente legítimo, de doce millones de voluntades dispersas -pero unidas contra “MpuntoRajoy- representadas por una jungla de diputados y diputadas que van desde los nietos de ETA hasta sus compañeros del PSOE, pasando por Podemos y sus confluencias, las minorías independentistas y republicanas de Cataluña, los vascos del PNV, hasta llegar al ya famoso diputado Quevedo; de manera y modo que todos comparten la victoria de señor Sánchez.
Tanto es así que en este extraño conjunto de diputados y diputadas, alguno de ell@s ya han alzado el grito “sí se puede” en pleno hemiciclo haciendo ver a la ciudadanía su parte de victoria, o sea, la confección de un auténtico desahucio al gallego Brey con su punto por delante; y los que gritaron y aquellos que no lo hicieron ya han mostrado su tarjeta de visita solicitando vetar los famosos “Presupuestos Generales del PNV” que tanto juego, me refiero al PNV, han dado en la victoria de nuestro nuevo Presidente, y digo nuestro porque Pedro ya ha reconocido, al igual que en su día el odiado Rajoy, que será el presidente de todos los españoles y de aquellos que dicen, o dijeron, que los españoles “somos bestias”.
Y ahora toca esperar a la formación del nuevo Sanedrín gubernamental que seguro no gustará a Pablo Iglesias.
Normas de uso