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El nonius


Antonio Gª Velasco, compañero columnista, tiene una envidiable facilidad para construir sus relatos, sean breves o amplios. Fue su columna sobre Salvador Rueda, más de once años ha, la que motivó mi primera incursión en Diariolatorre. Algunos escritos suyos posteriores, inspiraron otros míos, como el que intitula el presente que me transporta a mi primera juventud.

Fue en 1953. En Enero de ese año ingreso como aprendiz en los Talleres de RENFE. En el recorrido periódico por todos los talleres, en la nave de máquinas-herramienta vi, por primera vez, un calibre, nombre ordinario con que se conoce el pié de rey. Con él el operario medía el diámetro del cilindro que torneaba. 

Me enseñó el manejo y me dijo que con su calibre podía aproximar los diámetros hasta la décima de milímetro. Después vi calibres que aproximaban la media décima y hasta dos centésimas. Más tarde conocí su fundamento técnico. Se trata de dos escalas que deslizan una sobre otra. La aproximación se logra según el número de divisiones que se toma en la regla fija a la que se añade una más en la móvil. El que poseo desde hace muchos años, aproxima hasta la media décima.

Para mayores aproximaciones se utilizaba el micrómetro cuya base es el tornillo micrométrico; esto es, un tornillo de paso fino con una escala periférica, con la que se consigue mayor aproximación que se puede calcular dividiendo el paso del tornillo por el número de partes de la escala. Con él se aproxima hasta las centésimas. Si a esa escala se le instala un nonius, hasta las milésimas.

Para los trabajos exigidos en la reparación de las locomotoras, las aproximaciones descritas, eran suficientes.

Un amigo me dice que “Los más jóvenes hablan del futuro porque no tienen pasado, los mayores hablan del pasado porque no tienen futuro”. Le he dicho que “Los octogenarios tenemos un futuro incierto e imprevisible, pero lo tenemos gracias a la buena alimentación, la higiene y excelente sanidad que nos empastilla a modo. La esperanza de vida española, con vida saludable, es muy alta. Gracias sean dadas a Dios y a los hombres que la hacen posible”. Ese es mi caso. La columna de Gª Velasco me ha retrotraído 65 años atrás. Gracias, Antonio por la oportunidad.

 

 

 

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