Ayer jugaron el Manchester de Mou y el Sevilla CF la eliminatoria de octavos de la Champions, creo que buena parte de los que me siguen, especialmente en Facebook, saben que soy “palangana”. Hace un montón de “tacos” tuve un amigo, malagueño de pura cepa, que era sevillista, y con él compartíamos comentarios telefónicos cuando jugaba nuestro equipo del alma. Lo pasé bien ayer en la citada eliminatoria con la victoria sevillista en tierras míticas del fútbol.
Además del tabaco, el fútbol es mi pequeño opio que disfruto de lo lindo cuando hay emoción, y ayer la había a raudales. Había dejado en un interrogante si bajar al Café-Bar Gran Vía para ver el partido con otros amigos a los que casi doblo en edad y que me sirven de apoyo para saborear el tiempo que me queda por vivir, pero andaba regulín y estimé oportuno no bajar al tiempo que acompañaba algo más a mi “pastora”; el grupo de amigos-hijos no paraba de enviarme mensajes para que diese la cara ante la posible derrota del Sevilla, esencialmente un bético de pura raza, mientras el resto seguro que se alegraría de la posible victoria del “equipo que nunca se rinde”, aunque más de mi satisfacción si se producía el milagro.
De manera que sin pensarlo dos vece con decidí bajar a la “peña” y ver el segundo tiempo con ellos; allí fue todo un jolgorio al comprobar que el balón se introducía dos veces en la portería del Manchester United; la fiesta llegó a tal término que el bético y yo acabamos abrazados y besándonos (tranquilo Manuel que no escribo tu nombre).
Estoy contento porque tengo amigos que me buscan para compartir carne y hueso, alegrías y penas, y soy feliz con ellos.
No le ocurre lo mismo a los que ejercen la oposición a don Mariano porque este, ya saben, Rajoy, les ha colocado un balón envenenado en el debate que sobre pensiones se ha celebrado hoy en el Congreso al colocar la subida de las pensiones mínimas y de viudedad en la aprobación de los Presupuestos de 2018 que, por ahora, están bloqueados.
Creo que es una buena jugada, o no; cualquiera sabe.
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