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El Copo. “18 horas con Tejero”


Tal vez porque viví la balacera de aquella tarde-noche-mañana siempre, cuando llega esta extraña conmemoración, me gusta, a pesar del mal rato, hacer alguna mención a la intentona de golpe de Estado.

         Personalmente me vino bien porque me dio pie para contar a unos y otros, incluidas unas y otras, aspectos y vivencias personales de aquel lunes de marras, aunque siempre, antes de que me preguntaran por otros detalles, lo primero que decía era “que yo también me tiré al suelo”.

         Pasados treinta y siete años del 23-F todavía existen personas que no se han enterado de aquella vivencia, por lo que de nuevo vuelvo a rememorar aspectos personales de aquel extraño suceso que pasé entre tricornios y un cierto olor a pólvora con resquicios de “salvadores” de la patria; y también, para memoria de mis descendientes, dejé todas mis vivencias recopiladas en un pequeño librito titulado “18 horas con Tejero”.

         Por aquella época tenía, como todo quisque, mis amigos y compañeros; me refiero a aquellos con los que compartía sentimientos, almuerzos y amistad; pues bien, pasados los años una de las cosas que más me llamó la atención de aquel suceso fue que ninguno de ello, me refiero a los amigos, llamase aquella noche de autos a casa para interesarse por Rosi, “la pastora”, dejándola en la más absoluta soledad.

         Aquellos amigos siguen siéndolos menos los que hicieron el tránsito a lo desconocido, pero a veces -y me da pena escribirlo- me viene tal hecho a la memoria y no llego a comprender su actitud, aunque sé que el miedo, fundado en esta ocasión, es libre.

         Después, sin dejar a aquellos, llegaron otros amigos en su mayoría escritores que buscan triunfos y, lo que son las cosas, por pequeñas tonterías han dejado de serlo y no preguntan ni siquiera por “la pastora”, pues no tienen tiempo nada más que para seguir con su estúpida escalada.

         O sea que por “h” o por “b” el teléfono sigue su eterno silencio. No menciono a los de pura sangre pues ellos sí lo hacen; y es que la sangre es la sangre.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

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