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El Copo. Licencia para morir y matar


Su nombre, su cara y su “hazaña” han sido durante días pasto de entrevistas televisivas y radiofónicas. Se llama Trinidad Cebrián y ha logrado obtener a la primera un “carnet de conducir” para poder trasladarse de aquí para allá en una especie de cochecito; la “hazaña” es que lo ha logrado a la primera a pesar de tener ochenta y cuatro años de edad. Hoy la han recogido, viva, en el fondo de un barranco con el “juguete” hecho añicos.

         Tengo vigente mi permiso de conducir automóviles de verdad, expedido por el reino de España, hasta el 2.020, pero hace un par de años que dejé el viejo Seat Toledo tras conducir, de un tirón, cerca de 400 kilómetros; comprendí que ya no tenía edad para esos menesteres porque me faltaban concentración y reflejos, al tiempo que era sabedor del peligro de muerte que corrían los que conmigo viajaban y aquellos con los que me cruzaba.

         En el año 2015 “renové” mi permiso de conducir; a tal fin acudí a unos Grandes Almacenes -igual pude hacerlo en otro lugar habilitado para tal fin- y mantuve una agradable conversación con un médico que me interrogó sobre si tenía diabetes, la tensión alta, la vista en condiciones, los oídos al cien por cien, etc. Y el “buen hombre” me comentó que un servidor tenía una salud de hierro.

         Me puso frente a un plasma en el que se veía un precioso camioncito que se encaminaba a una especie de garajito y yo tenía que averiguar los segundos que tardaba en realizar la operación; le dije: “entre nueve y diez segundos”. “Perfecto”, comentó. Y me concedió, sin más, a excepción de cincuenta euros que tuve que acoquinar, “licencia para matar y morir”.

         Ojo con lo privado a la hora de jugar con la vida, sea la tuya o la de otros.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

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