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El regalo de los vinos


Una misiva me anunciaba la llegada de un surtido variado de vinos, procedentes de una afamada bodega.

-Yo no bebo.

Y respondieron:

-Los reservas para cuando lleguen tus amigos.

Y dije:

-No tengo amigos.

Insistieron:

-Cuando conozcan que has recibido este lote de vinos, te saldrán amigos hasta de las alcantarillas de la calle.

Y contesté:

-No me interesa ese tipo de amigos.

Se pusieron insistentes:

- ¿Quieres decir que no aceptas los vinos?

Tuve que aceptar:

-A botellas regaladas... Ya veré qué hago con ellas.

Y así fue como salí a comprarme un mueble bodeguero para disponer el botellerío.

Patricia, la bella dependienta de la tienda, me comentó con amabilidad:

-Comienzan por enviarte un vale descuento y acabas comprando más de lo que necesitas.

- ¿Quieres decir que no debo llevarme el mueble para las botellas?

Y dijo sonriendo, en exclamación:

- ¡No! Por supuesto que no. Yo estoy aquí para vender. Pero eso no impide que reconozca las estrategias.

Y deduje:

-Esperan, pues, que me convierta en un adicto al vino y los licores.

Me miró con amabilidad:

-No diría yo lo contrario.

Se quedó sin la comisión de la venta:

-Pues, sabes qué te digo: que no me llevo el mueble y, en cuanto lleguen los vinos, voy de casa en casa y regalo una botella a cada uno de los vecinos.

Ella se quedó un tanto cortada:

-... ¿Tan buenas relaciones tienes con ellos?

Y reconocí:

-Ni hablar, cada uno va a lo suyo y sólo intercambiamos saludos, si es inevitable, y comentarios sobre el tiempo, si coincidimos en el ascensor.

Dedujo:

-Pensarán que se te ha ido la sesera y recelarán de tu gesto.

Me sentí en un callejón, cuya única salida era:

-Patricia, te espero cada día en mi casa a comer. Acompañaremos la comida con una copa de los excelentes caldos que me envían.

Para mi grata sorpresa, aceptó y, desde aquel día, tengo una invitada a mi mesa. Saboreamos el vino. Yo también, pues no me parecía correcto dejarla beber sola.

Me he aficionado al vino y a la compañía de la joven.

Un día, me tomé dos copas para animarme a declarar mi amor.

-Comienzan por enviarte un lote de vinos y acabas casándote con la empleada de la tienda de muebles bodegueros.

 

 

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