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El Copo. De la crisis general a la particular


A nivel general, quiero decir mundial, vamos de mal a peor; o sea que a medida que oteamos ostensiblemente lo que ocurre en nuestro entorno más próximo, el día a día de lo que acontece a cinco centímetros de nuestras narices olvidamos, de manera consciente o inconsciente, el genocidio de los santos inocentes del que somos culpables por comisión u omisión, ya saben: la maldita hambruna que padece el mal llamado tercer mundo -muy próximo a nosotros- y al que llegamos con un maldito encogimiento de hombros como señal, triste signo, de que nada podemos hacer por él, demostración máxima de nuestra maldita hipocresía de seguir considerando que somos humanos, cuando solamente somos simples marionetas manejadas por los hilos del invisible poder del “señorío” de los que manejan los destinos del mundo en un abrir y cerrar los ojos mediante la pulsación de una tecla del maldito Ibex al que, aunque creamos que no, adoramos desde nuestro cobarde silencio.

Lo anterior es para comenzar el relato de lo relativamente próximo, llámese nación o patria, y que seguimos por lecturas o teles que conforman las “cuadras” a las que pertenecemos, y que por ello nuestras acciones u omisiones están sujetas a una muy perniciosa subjetividad, y es por ello que reclamamos mano más que dura para aquellos que creemos nuestros enemigos o usamos el guante de la permisividad si nuestro “ejército” político sabemos que está introduciendo la “patita” de forma vergonzante.

Sin embargo, me comprendan o no, es el mundo que se encuentra en el envoltorio de nuestra propia piel, pellejo en ocasiones, y que en demasía es la única brújula, maldita ella, que dirige nuestras emociones o pasiones, pero nunca pensamientos.

Estoy “echado a perder” porque pienso más en el maldito mañana que en el bendito hoy que me toca vivir; es por ello que me he levantado, mejor alzado, contra un venenoso porvenir para vivir a tope el bendito hoy, y en él, saber que esa es la única verdad posible de ser yo, sin las circunstancias que dijese Ortega.

Seamos, vivamos y luchemos para ser más felices con los que no lo son.

 

www.josegarciaperez.es

 

 

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