El cinismo es osado. Alguna vez escribí que el cinismo es un arma cargada de futuro. Pero el cinismo es válido como defensa de los intereses del cínico siempre y cuando se cuente con una audiencia de ignorantes, de desinformados, de ingenuos o de seguidores incondicionales.
Puigdemont declara desde su escondrijo de Bruselas que “en Europa no puede haber presos políticos”. Pero desde la sensatez y el buen juicio de Bono, por ejemplo, se dice que “En España hay políticos presos, no presos políticos”. Basta cambiar el orden de algunas palabras o añadir o suprimir algunas partículas para dar la vuelta al sentido. Suprimimos en el título “a los” y nos queda “En Europa, no pueden tener presos políticos”.
Los independentistas catalanes, con Puigdemont a la cabeza, parecen estar dispuestos a dar las lecciones magistrales del cinismo. Son cínicos los políticos en general y enmascaradores de la realidad con cortinas de verborrea. Pero con todo este asunto de votaciones ilegales, declaraciones independentistas, huida al extranjero, declaraciones desde Bruselas… el Máster del Cinismo Político ha alcanzado su máximo valor. Con razón se habla de esperpento, vodevil y comedia bufa. Mientras tanto, nos sobrevuela el daño a la economía del que nos resentiremos todos.
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