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Aquello sí que era España, la de ellos y no la actual


Madrid, barrio de Chamberi, a trescientos metros de la Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel, Calle Viriato, treinta, Fábrica o como se diga de Yugures, Calor y vahao, encima una vivienda y varios balcones, donde moran sus propietarios, Fina y Félix, el con un ojo en blanco y huéspedes, varios huéspedes, entonces tener una pensión, era un tesoro. Años cincuenta, me habían colapsado medio Pulmón uno o dos años antes. En la Pensión, antes que yo estuvo mi hermano Manolo, después Notario, yo, después de varios intentos Literarios, me había puesto a trabajar...casi puede decirse que tenía plaza reservada. Otros huéspedes, Antonio Moncada, Médico, de Granada, internista en la Clínica de la Concepción, mayor que yo, Fernando Sanchis Pina y Cazador, militar retirado, con familia rica en Alicante y una "mala" pensión, alicantino, hermanos Javier y Jesús Ortiz, hijos del Gobernador de Santander.

Ricardo Alonso y Cuevillas Soley, abogado, catalán, pasante en la capital de un despacho de abogados de Barcelona y decano de su colegio, Manuel Lechuga Paños y yo. También otros que irán saliendo en su momento...cada uno éramos distintos y todos éramos una piña. Tres o cuatro años juntos, los mismos y en las mismas habitaciones. Discutíamos, nos enfadábamos, hablamos, a escote, con lo que podía cada uno, comprábamos La Codorniz, la desmenuzamos, nos refriamos y nos hermanábamos cada vez más.

Llegó Brígido Lumbreras, extremeño, que engrano perfectamente, porque era "burro" como un arado, pero noble como el más noble de los nobles, su padre poseía una granja avícola, en la que morían de cinco a diez gallinas diarias, sin que nadie especificara el por qué, que todos conocían. Una vez a la semana salíamos todos juntos y juntos habíamos de volver, aunque a cualquiera le saliera a la vista  "ligue" de su vida. En más de una ocasión tuvimos que casi atar a Brígido, pero lo  acordado era lo acordado. La distancia entre la Gran Vía y la pensión,  larga pero la hacíamos, nos conocían y fiaban en todos los Bares y éramos en el barrio, parte integrada al barrio. 

Un día Jesús Ortiz se estrelló en una moto. No se podía llevar al Hospital. Tenía rotura en la base de cráneo, ¿qué hacer? Traerlo, dijo Antonio y si me ayudáis entre todos lo curamos, organizamos turnos de guardia permanente, el que podía más como el que podía menos. Fernando "pagó" más que ninguno, no hacía nada y aquello fue como una liberación. Fina, Félix, "La Roge".., todos, hasta los serenos...y habíamos salvado a Jesús. ¿Que hablábamos de todo, pues claro, que discutíamos, también...en todo el tiempo un solo "roce": Cataluña y España. España no nos quiere, decía Ricardo, por qué preguntaba yo, nos llaman "catalinos" y no nos dejan expresarnos...y ¿tú que haces ahora? expresarte...te lo estamos impidiendo...cuantos habitantes hay en Cataluña, ¿cuatro millones? y cuántos de ellos dicen tonterías, dime un porcentaje...el diez por ciento, pues imagínate donde hay cuarenta. 

Solo una vez, tan solo una, pudo arder la cosa, dije que en La Mancha se guardaba el honor del Quijote, mientras a Cataluña le cabria el triste honor de haberle derribado, a través de su Sansón Carrasco. Disgustazo y a la mañana siguiente abrazo. No volvimos a hablar del tema en muchos meses y años. Llegó el momento de mi Boda, 21 Noviembre 1.959. Mis compañeros me vistieron, me llevaron de la "mano" y aunque mi familia estaba allí era, ellos eran mi familia...me faltaba uno, Javier de Bullangall, nieto del conde del mismo apellido...carreras y apareció Javier, había ido a empeñar sus libros para comprarme las alianzas. Las llevé y las guardo toda mi vida...y como anécdota o chiste, como prefieran, un día entró en el comedor y se encontró a Ricardo comiéndose a besos a la Roge..."Don Ricardo que estoy aquí, pues sabe lo que tiene que hacer...Ricardo era uno de los hombres menos agraciados que he conocido...el actual Alonso Cuevillas que sale en la tele es hijo o sobrino de Ricardo y bastante más empañadito que lo era su padre o su tío. Tiene la edad de mi hijo el mayor y es uno de los abogados del "desdichado" Puigdemot...que con su pan se lo coman.

Y ahora sean usted jueces de mis decepciones.

Y como siempre, yo no quiero criticar, digo y, hoy, cuento y narro nada más.

 

 

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