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La fórmula mágica para el independentismo


A Puigdemont y sus junteras parece que les dijeron la fórmula mágica de los desafíos y las conjuras para impulsar a hacer algo: “No tenéis cojones. No tenéis huevos ni cojones”. Y empeñados siguen en demostrar que sí los tienen.

Quevedo se apostó con sus amigos que diría en su cara a la reina que era coja. Su ingenio lo llevó a escoger un clavel y una rosa. Se acercó a la reina con las dos flores y le dijo: “Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja”. Un juego de palabras, un calambur, sin el ingenio quevedesco, es el que hizo el presidente catalán con la “esperada” declaración de independencia, tras dar los resultados de un referéndum ilegal y, por otra parte, cocido de pucherazos y sólo participado por un 40% del censo electoral, más o menos. Y sin garantías. La solución del clásico no satisface a ninguno: “¿Dijiste “es coja” o “escoja”? No es lo mismo, así que te aclaras. Si lo primero, ofendes a la reina. Si lo segundo, nos ofendes a nosotros y has perdido la apuesta”.

Empeñados siguen en demostrar que tienen huevos, aunque la tenencia de cerebro se ponga en entredicho y el bienestar ciudadano quede arruinado. Les pasa como a los mozos del poema de Antonio Machado: “Discutiendo están dos mozos / si a la fiesta del lugar / irán por la carretera / o a campo traviesa irán. / Discutiendo y disputando / empiezan a pelear. / Ya con las trancas de pino / furiosos golpes se dan; / ya se tiran de las barbas, / que se las quieren pelar. / Ha pasado un carretero, / que va cantando un cantar: / "Romero, para ir a Roma, / lo que importa es caminar; / a Roma por todas partes, / por todas partes se va"”. Pero no discuten por ir a Roma, a la fiesta del lugar, al bien de la ciudadanía. Se discute por el poder, por imponer la propia voluntad separatista en contra de las leyes constitucionales. Se pelea y discute por demostrar que se tienen cojones. Y qué si se hunde la economía, y qué si se van las empresas, y qué si tenemos al pueblo engañado, y qué si pregonamos y difundimos solamente la imagen de un estado represivo y autoritario que nos golpea, y qué se empleamos la “vía Kosovo” para conseguir poner de manifiesto que, por lo menos, huevos tenemos.

Podemos preguntarnos, ¿quién lanzó el desafío de modo tan eficaz? A lo mejor en la respuesta encontramos la solución al grave problema.

 

 

 

 

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