¿Qué importa el Tribunal Constitucional y su declaración de ilegalidad sobre el posible referéndum del primero de octubre para el separatismo catalán?.
Parece, según se ve y lee, que absolutamente nada. Todo, mejor o peor, está preparado para que se cumpla el deseo de la “tribu separatista” de votar ese día una locura manifiesta: la de anteponer un sentimiento a la legalidad imperante.
Supongamos que se vota a pesar de los mandamientos judiciales declarando ilegal todo el proceso, hecho previsible porque van a existir escudos humanos para que se pueda realizar. No tengo la menor idea del porcentaje de personas que asistan a las fantasmagóricas urnas que parecen muy bien escondidas, lo que sí será claro es que el número de votos afirmativos será apabullante porque los noes no aparecerán ya que los que así piensen saben que el referéndum es ilegal.
¿Y qué ocurrirá después de que el trípode del separatismo catalán, a saber, los antisistema de las CUP, Esquerra Republicana y los herederos de Pujol y Mas anuncie, a bombo y platillo, la República independiente de Cataluña?
No creo que el “marianismo” político se cruce de brazos en medio del coso “taurino” a la espera de un milagro, o sí, sino que la ley entrará con más rapidez y rigor a decir, ya sin componendas, que existe para ser cumplida y algunos, quiera o no el señor Trapero, visitaran mazmorras por auténtico desacato a las normas de ciudadanía y su desaforado amor a la ley de la selva.
Y entrará en vigor el artículo 155 de la Constitución, previa aprobación por el Senado, y se suspenderá la osada República separatista, y llegarán los oportunistas de siempre que juegan a dos bandas a decir “ya lo decía yo”, cuando en realidad nada dijeron, sino que, como siempre, esperaron a saber el resultado para ver a que bando se apuntaban.
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