Allá por los años de mi infancia y juventud, cuando el (NODO) “el mundo entero al alcance de todos los españoles” nos presentaba una España en blanco y negro, pudimos ver a un ciclista acostumbrado a subir las cuestas de Toledo cargado con dos cántaros de leche.
Le vimos pararse en la cima de una etapa del tour para tomar un helado mientras esperaba a sus perseguidores. Era Federico Martín Bahamontes.
Algo así me pareció ver el pasado jueves observando con entusiasmo como un Alberto Contador, en la última etapa de su carrera como ciclista profesional, tiraba de garra y de coraje y subía las empinadas cuestas del Torcal dejando atrás a lo más granado del ciclismo mundial.
La Mancha es tierra de Quijotes. De grandes hombres, artistas y deportistas. Gente sencilla como Contador y Bahamontes en el ciclismo, Iniesta y Morientes en el futbol, José Mota en la tele, etc. Gente salida de la base en una tierra dura y sin grandes recursos.
Contador es mi buena noticia de hoy. Ha entrado como ganador en los campos Eliseos, en Milán y en Madrid. Ha ganado todo lo que se puede ganar en ciclismo. A los 38 años ha decidido retirarse de la competición, pero a lo grande. En el Torcal y en la Pandora. Subiendo hasta reventar, dando la talla ante un extraordinario Froome.
Lo mejor de todo se basa en su sencillez. Desde su pueblo Pinto ha creado la fundación Alberto Contador para promocionar el ciclismo juvenil. Una buena noticia de un deportista. Ya era hora.
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