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El Copo. Añoranza de un viejo “copo” que repito


Hemos llegado al lugar “donde el viento silba nácar”. Nos hemos instalado en este santo lugar y no hemos abierto ninguna de las maletas no sea que los problemas encerrados en ellas emergieran para darnos las primeras sacudidas.

            El viejo Toledo de veinte años, que dicen no es nada, se ha portado como un jabato, como siempre lo hizo; mis piernas, sin embargo, por la falta de mielina, han pasado lo suyo, pero bueno, aquí estamos dispuestos a comernos el mundo y parte de las virutas del Atlántico.

            Pasar del Mediterráneo al Atlántico es como pasar del cariño al amor o de la serenidad a la pasión, y en ello estamos en este primer despertar a un nuevo espacio de tiempo, en la espera que ocurra algo que nos haga pasar del tedio de la calma chicha al asombro de las aguas turbulentas, aguas que suben y bajan en ese su amorío con la luna hasta introducirse por caños y esteros para cubrir de salitre las florecillas de agua que nacen, viven y se reproducen en la marisma del Río Piedras.

            Lo primero que hice fue asomarme a la vieja terraza donde la mecedora, por aquello de un soplo de levante, balanceaba su ser diciendo aquí estoy, y sigo viva con vosotros y el ficus.

            Porque el viejo ficus nos observaba y penetraba la terraza, parecía como si desde sus raíces una vieja campana hubiese comenzado, ante nuestra presencia, a redoblar su historia y las hojas, en una especie de baile colectivo estuvieran celebrando el primer vaso de agua que les arrojé para avisar de que nuestra complicidad comenzaba a dar sus frutos.

            Y aquí estamos en este domingo viviendo una eucaristía distinta, por lo natural de sus componentes y sin extrañas brujerías, que nos eleva un par de centímetros del suelo que, aunque es poca altura, es una grandiosa levitación.

            Es por ello que hoy, al menos hoy, no voy a introducirme en la ciénaga de todo eso que ustedes y yo sabemos. Hoy, permítanme que sea un ser normal, aunque esté loco.

 

www.josegarciaperez.es

 

            

 

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