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El Copo. La hambruna y la revolución


Se mueren cada año cerca de cuarenta millones de personas por falta de alimentos, o sea, de hambre; como la cifra es trágicamente divisible por el número de días que tiene el año, el cociente resultante es de más de cien mil diarios.

         Dicen los “expertos” que los que mueren de hambre no sufren; testifican que los primeros días sienten un cosquilleo por el estómago -nosotros lo conocemos por apetito-. Pasados los primeros días se inicia un llanto agudo para pasar, a renglón seguido, a una mirada al infinito, fijación de los ojos en la nada y un deslizamiento progresivo hacia la muerte.

         La mayor parte de los “beneficiados” por este programa tienen su residencia oficial en el continente africano, con generales incursiones por La India y algunos brotes importantes por tierras de La Hispanidad, o sea: todo eso que llaman “tercer mundo”.

         En el primer mundo existen más de ciento cincuenta mil obesos, de los que cuatro miles corresponden a nuestra querida tierra. Y la enfermedad conocida por la “gota”, a saber, el abuso de los bichos llamados mariscos y la atragantada de carne, especialmente roja, se ha instalado por la cornisa occidental del planeta Tierra.

         Ignoro si los hambrientos actuales van a seguir acostumbrados a esperar pacientemente el bollo y parte del pollo amarillento, o si por el contrario, hartos de tocarles siempre la misma “china”, iniciarán un desembarco general en toda regla y desorden por estas costas para tomar, sin permiso, lo que por terrícolas les pertenece.

         Un grupo de científicos ha ensayado sobre monos y ratas una serie de estudios sobre restricción calórica que demuestran, yo no me creo nada, que las dietas “espartanas” prolongan la vida y retrasan la aparición de las santas arrugas.

         Lo único que sé por ahora es que cuando le dé a “guardar” este “copo” habrán muerto de hambre cuatro mil personas.

         Mientras tanto, nosotros, los “revolucionarios” nos entretenemos a jugar al PP-PSOE-Ciudadanos-Podemos creyendo que en ese cuadrilátero se encuentra la solución a la injusticia.

         Y es que me parto de risa… “cambio de mentalidad” para iniciar una auténtica revolución es lo que importa.

 

www.josegarciaperez.es

 

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