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El multiculturalismo


     Hace poco estuve en Cádiz y hay colgado en el balcón de Ayuntamiento una gran pancarta, en síntesis viene a decir que hay que abrir las fronteras.

    Si tal hecho se produjera se vendrían a Europa muchísimos millones de africanos, dadas las grandes diferencias entre el primer mundo y el tercer mundo. Lo que nos propone el Sr “Kichi” alcalde de esta ciudad no es ni más ni menos que uno de los grandes mantras de la izquierda: el multiculturalismo

     Este término es frecuente escucharlo para designar la convivencia pacífica de comunidades de varias culturas y religiones en un mismo espacio geográfico o social.

   La multiculturalidad exige para que tenga éxito el respeto entre las diferentes comunidades que conviven juntas, si una de ellas se empeña en imponer su religión o cultura a las otras fracasa la convivencia y por tanto el proyecto multicultural.

    Ha muerto hace poco Giovani Sartory, fue un politólogo y sociólogo de gran influencia en el estudio de la democracia: investigó profundamente el problema de la emigración y era un gran conocedor de esta y sus consecuencias.

    Fue galardonado con varios premios: Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Premio Karl Deutsch de la IPSA, y es doctor Honoris Causa de diversas universidades europeas, americanas y sudamericanas. Por su visión del fenómeno de la emigración no es precisamente alabado por la izquierda.

     Merece la pena dar unos pequeños retazos de su pensamiento que son de profunda actualidad.

      Ha escrito numerosos libros entre ellos en su polémico ensayo: “La Sociedad multiétnica”, invita en el mismo a repensar los límites de las sociedades abiertas y defiende una política inmigratoria que no conceda “ciudadanías fáciles”

     Sartory señala que frente a la agresión de determinadas culturas que quieren imponerse es necesario defender la democracia con lo que implica: el valor de la diversidad, el Estado de derecho, la libertad, la tolerancia y el pluralismo de los partidos.

    Siempre ha mantenido que la mejor defensa contra el terrorismo islámico es la firmeza en nuestras convicciones liberales y en los valores de nuestra civilización occidental.

  Plantea un modelo que llama “buena sociedad”, una sociedad abierta y señala que en el mundo occidental la presión de los flujos migratorios está poniendo en peligro esta sociedad

    Denuncia que los multiculturalistas de origen marxista no persiguen una integración diferenciada del otro, sino una desintegración multiétnica, una tribalización de la sociedad en la que todos sean iguales ante la Ley, los resultados conseguidos se alejan por completo de los fines perseguidos

     Sartory acepta la integración de los emigrantes pero “siempre que implique una reciprocidad y que no derive en subculturas aisladas, si no se comparten los valores culturales surgen los conflictos”.

    Sucede hoy en Europa este fenómeno que señala Sartory, existen diferentes comunidades en las grandes ciudades asentadas en determinados barrios, residen en ellos los de la misma cultura, sin que se produzca mezcla alguna con el resto de la población, no hay esa reciprocidad de la que nos habla nuestro politólogo. No se ha generado la interculturalidad

    El fallecido Gadafi, presidente de Libia se le dejo caer porque era un dictador, el resultado de su eliminación ha sido desastroso para su país y para Europa, este dijo en su momento: "Conquistaremos Europa sin armas, con el vientre de nuestras mujeres"

     Ya se están planteando estos posibles problemas en el futuro, escuchaba días atrás a un demógrafo europeo que informaba, que por ejemplo en los Países Bajos (Holanda), alrededor del año 2060 la población musulmana será el 50% de la población total, las europeas no quieren tener niños y las mujeres musulmanas tienen varios. El grado de influencia que pueden alcanzar es enorme y pueden caer en la tentación de imponer su cultura.  

   Evidentemente hay que distinguir entre refugiados y emigrantes, su procedencia es distinta, hay que acoger a los refugiados y facilitarles su integración pero exigiendo el respeto y aceptación nuestras normas y tradiciones y no culpabilizándolos de los actos terroristas que cometen una pequeña minoría que se ha infiltrado entre ellos, pues son tan victimas como nosotros.

  Respecto a los emigrantes, el primer mundo tiene que ayudar a crear en sus países de origen riqueza y trabajo, pues mientras existan las profundas desigualdades existentes entre ambos mundos, el flujo de estos a Europa no se acabará nunca.

    Occidente ha recibido millones de personas de otras culturas que conviven con nosotros sin embargo esta pretendida armonía que predican gran parte de los políticos progresistas no aparece por ningún sitio tal como señala Sartory, la multiculturalidad es un fracaso, los resultados los tenemos a la vista y algo habrá que cambiar

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