Reducir las hojas de las plantas puede ser tan peligroso como mantener una estufa de gas encendida en una habitación cerrada: una vez consumido el oxígeno, la respiración se dificulta y se llega a la muerte. Pese a la advertencia, él seguía empeñado en comprarse una reductora foliácea y acabar con todas las hojas que le producían alergia. ¿Una reductora foliácea selectiva? ¿Quién conocía las hojas causantes de su afección respiratoria? ¿Estaba seguro, acaso, de la causa de su mal? Como no encontró el artefacto de su empeño, decidió quemar los bosques.
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