Publicidad

Microrrelato. Equimosis alada


Alada, ciertamente, pues la mancha equimótica de la cara se extendía velozmente por toda su piel. ¿Se debía a rupturas caprichosas de vasos sanguíneos? ¿Qué peligro corría? Dermatólogos, traumatólogos y especialistas en circulación sanguínea se pusieron de acuerdo para remediar las manchas y su etiología. Decidieron efectuar un seguimiento de la vida cotidiana del paciente: se levantaba, desayunaba, marchaba a sus obligaciones... Nada anormal. Optaron por una vigilancia nocturna e instalaron cámaras de infrarrojos en la habitación donde el equimótico dormía. Noche sí y noche también, se caía de la cama hasta siete veces; no despertaba y, dormido, se volvía a acostar... Unas veces se golpeaba la cara, otras los brazos o las piernas, el tronco, los muslos... Para curarlo, lo sujetaron con sutiles correas para que no volara solo ni de noche ni de día.

 

http://agvelasco.blogspot.com.es/

 

 

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.