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El Copo. A joder que son tres días


Todo el mundo preocupado con el estado de crispación de los españoles y españolas, y nos llega el padre y la madre de todos los preservativos, no menciono la afamada marca, y nos dice la causa. Más de la mitad de la población de este país está insatisfecha con sus relaciones sexuales. La otra mitad, la que dice estar complaciente con la batalla en la cama, tendría que ser analizada en serio porque no todo el campo es orégano.

         Esto ya lo sabía un servidor desde los tiempos en que ejercía de Diputado en el Congreso sito en la Carrera de San Jerónimo. Gustaba yo de tomar café con Santiago Carrillo cada vez que la leche mediática lo permitía. Me arrimaba a él porque siempre he creído que mi aprendizaje en esto y en lo otro se lo debo a los mayores. Fue durante una sesión plenaria incontrolada, o sea, de esas de mírame y no me toques, cuando en un receso de la misma le pregunté al socarrón de Carrillo, el hombre ahora criticado por los “suyos”, a qué podía deberse tanta virulencia dialéctica. Él, con la parsimonia que le caracterizaba y con su eterno pitillo en la comisura de los labios, me dijo: “Es que el personal no folla y tampoco toma valium, y la solución está en tener siempre en el bolsillo o un condón o un comprimido relajante”.

         El personal masculino, según la jefa de Marketing de la empresa, ha dejado de comportarse como un auténtico berraco. La cosa, ya saben, anda pendulona y flácida ya que, según ella, a una cuarta parte le cuesta mucho lograr que se le ponga erecta, a casi un tercio se le aligera al momento la remontada y existe un 27% que ha perdido las ganas del apetito carnal.

         En la parte contraria y complementaria, las mujeres, más de la mitad se encuentra bien con el acurruco pasajero o la levitación mística a través del coito. Yo no me lo creo, pero bueno. Las hay que sienten dolor durante la penetración y existe un montón que disimula la mar de bien.

         Me sorprende que en todo el estudio que han hecho los expertos no aparezca en ninguna línea la palabra amor, y mira que todo dios dice la misma tontería, eso de “vamos a hacer el amor”, otra memez del siglo XXI.

         La única forma que vislumbro para que la cosa sea como nos la imaginamos sería volver al nacional catolicismo, o sea, creer que el traqueteo es pecado, porque no le den vueltas al meollo, lo que nos pirra es lo prohibitivo, ya saben: ¿o no?

 

www.josegarciaperez.es

 

 

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