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Microrrelato. La increíble historia de un pitoflero


Era un pitoflero pitoflero, es decir, era un músico poco hábil y entendido, a la vez que persona charlatana y chismosa. Un día la guardia real lo encontró chismorreando del sultán y lo llevaron a su presencia. "Te cortaré la lengua con mi cimitarra", anunció el príncipe. "Majestad, tenga la misericordia de dejarme hablar en mi defensa. Se lo suplico". Le dio permiso el monarca. "Mi defensa será una coplilla que acompañaré con mi laúd". Comenzó a tocar y a cantar: "Nuestro Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma. // No ofenden las palabras / al que seguro actúa. / Pero ofensas generan / al débil y al cobarde / inseguro de sí, / acomplejado bobo. / ¿Qué daño puede hacerle / una blasfemia a un dios? / Le vendrán con el cuento / los ángeles malvados. / Pero Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma. / / ¿Qué daño puede hacerle / una blasfemia a un dios? / Nuestro Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma". Aunque lo consideraban un pitoflero, la melodía era tan pegadiza que el sultán terminó cantando con él y lo nombró músico cortesano. Dejó de ser chismoso y protestón.

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