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Historia de la educación especial en Málaga (I)


        La educación Especial en Málaga fue pionera en España y marcó una etapa; su desarrollo y evolución sirvió de ejemplo para otros muchos centros  que empezaron a funcionar después, el modelo de formación laboral e integración sirvió para desarrollar un programa publicado por el Ministerio de Educación que fue copiado y seguido después, obteniendo varios premios a nivel nacional.

      Hasta la década de los sesenta los discapacitados, que a lo largo de los años han recibido diferentes denominaciones,  no recibían atención educativa. Quedaban a cargo de sus familias quienes muchas veces los ocultaban como si fueran una maldición.

      En las localidades pequeñas, eran conocidos como “el tonto del pueblo”, estaban plenamente integrados siendo aceptados por la mayoría de la población.

    Habitualmente la mayoría de ellos  vivían pocos años. La medicina no disponía de los avances actuales a lo que se añadía que determinadas discapacidades, como el síndrome de Down, su sistema inmunológico era poco eficaz y otros carecían de los cuidados adecuados; cuando se convertían en adultos, parte de ellos acababan en los psiquiátricos.

    Existían algunos centros en las grandes localidades de carácter privado, solo podían ir los que sus familias disponían de recursos para pagar su estancia y la atención que recibían, en Málaga había uno propiedad del Doctor Linares, conocido como Centro de Educación Especial “Dulce Nombre de María”. El resto de los discapacitados no recibían atención en aquellas fechas, al no existir otros centros.

   La Ley de Asociaciones del 64, promulgada  durante el régimen franquista, permitió crear Patronatos para fomentar la educación, entre ellos los dedicados a la atención a los discapacitados.

   Se constituyó en nuestra ciudad un Patronato, auspiciado por Aspromanis, (Asociación Protectora Malagueña de niños subnormales) y abrió un Centro de educación especial, conocido con el nombre de “La Milagrosa”, ubicado en la Prolongación del Camino de Suarez. El edificio y los terrenos, propiedad de la familia Van Dulken, cedidos generosamente para tan benéfico fin.

   El Centro inicia su andadura en el año 1965, fue el único que existió hasta mediados de la década de los setenta. Disponía de dieciséis plazas ocupadas por funcionarios, maestros especializados en Pedagogía Terapéutica. La Ley de Patronatos permitía que estos maestros, pudieran desarrollar su actividad en este tipo de colegios, ya que los Patronatos, entidades constituidas sin ánimo de lucro,  no disponían de recursos económicos para pagar sus salarios.

    En aquellas fechas el estado solo facilitaba el personal el resto de los costos los asumía el Patronato.

    Los ingresos para mantener estos centros procedían de los llamados “socios protectores” y los que se obtenían de la Administración: Diputaciones, Ministerios, etc.. y de lo que se recaudaba un día al año mediante cuestación en las calles.

   A este Centro acudían alumnos con discapacidad, pero también los procedentes de colegios como “La Misericordia” o el Centro “Fátima”, que recibían a huérfanos procedentes de la “Casa cuna” y de la “Gota de leche”, alumnos de familias desestructuradas,  niños a los que se la había quitado la custodia a sus padres por problemas de delincuencia o de otro tipo,  chicos recogidos en las calles, etc…

   Había en la Milagrosa variedad de alumnos: discapacitados y de los centros citados  quienes, no teniendo deficiencia intelectual, no podían ser escolarizados en Centros ordinarios por la problemática que presentaban.

   La Milagrosa empezó a desarrollar su actividad educativa. Contaba con buen plantel de especialistas de pedagogía terapéutica que desarrollaron una gran labor, situándose a la cabeza, en este campo, a nivel nacional. De hecho en el Congreso celebrado en Zamora en el año 1978, organizado por la Asociación Española para el Estudio Científico del Retraso Mental, hubo dos ponencias que fueron presentadas y defendidas por personal de este Centro sobre la enseñanza de la lectura y escritura a discapacitados ligeros que llamaron la atención y fueron publicadas después por la secretaría de dicho congreso.

   Disponía además de un internado mixto, con capacidad para unos 80/90 alumnos, regido por Comunidad religiosa quien desarrolló tan gran labor que contribuyó, sustantivamente, al éxito de los resultados. Pero de esto y de otras cosas hablaré en futuras columnas.

 

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