Una desgracia para nuestro país

Todo cuanto no me gusta y sucede, es una desgracia para nuestro país. Que lleguen inmigrantes de tierras lejanas, un infortunio. Que un juez declare inconstitucional un decreto del gobierno, desventura para todos. Que una cantante haga declaraciones contra mí, ¡qué desgracia para el país! Me identifico con el gobierno de España: todo lo que hace el gobierno, el gobernante de turno o el presidente lleva colgados los peros de la oposición y prendidas las manzanas envenenadas de la madrastra bruja. Algo será positivo, digo yo. Y no he tenido mal gusto en mi vida ni para los negocios, ni para programar televisión, ni para escoger esposa. Tampoco para seleccionar los asesores que me han traído a la Casa Blanca. Escribo con soltura los ciento cuarenta caracteres para un twitter y me expreso con claridad. En la construcción de muros, nadie me gana, salvo aquellos antiguos chinos que construyeron la Gran Muralla. Pero todo se andará. Que los demás se aprovechen de nosotros, malo es para nuestro gran estado. Que nos aprovechemos nosotros de los demás, me gusta y es bueno para la patria nuestra. Lo del cambio climático es un ardid para hacer que nuestra industria no sea competitiva. Lo creó China para desbancarnos del podio de primera potencia mundial. Que no me la dan con queso ni con cuentos chinos. Que Palestina se exaspere con mi propósito de apoyar la idea de que Jerusalén sea la capital de Israel, ya me dirán ustedes. Y no digo nada de Ángela Merkel y sus errores catastróficos de acoger refugiados, ya que pone en riego nuestros intereses en Europa. No me gusta tampoco que la Coca-Cola se sienta orgullosa de los Sánchez, González, Pérez... Como si no hubiese apellidos estadunidenses... En fin, que convendréis conmigo en que todo lo que no me gusta y sucede es una desgracia para nuestra gran nación, que tiene que seguir siendo grande. Una, grande y libre.