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La buena noticia. Políticos


    Aquellos que pasamos una dura infancia en la posguerra, los pertenecientes a una “baby boom” a la española, hemos podido contemplar a los políticos en todas sus facetas.

    Creo que, no sin cierta razón, la palabra político ha rechinado  en nuestras mentes desde siempre. Posiblemente porque a lo largo de nuestra infancia y adolescencia participamos de un pavor cerval a todo lo que sonara a política. Cuando se mencionaba algo relacionado con este concepto, se bajaba la voz mientras se miraba a nuestro alrededor con temor.

    Llegó la transición. Pese a que nuestros mayores nos recomendaban “no meternos en política”, nos llenamos de ilusión y tomamos las opciones oportunas y necesarias para involucrarnos cada uno a su nivel y capacidad. Ya nos advertían los problemas que se iban a suscitar con chistes como el de la diferencia entre madre y madre “política” para definir su “maldad”.

   En nuestros días, pasada la euforia de lo nuevo y conocidas las barbaridades que han cometido en nombre de la política, hemos llegado al pasotismo total, salvando algunos profesionales, allegados a las clases dirigentes o aspirantes a las mismas. Encima, los medios van destapando situaciones y actitudes que te ayudan a desconfiar de todo lo que huela a político. Libros que te hablan de la influencia de diversos estamentos de otros países que han puesto y quitado gobiernos y gobernantes en España. Choriceos sin fin; relaciones “sentimentales” financiadas por los servicios de inteligencia; políticos y dirigentes de todo tipo encarcelados; contabilidades B; etc. etc.

     Todo ello nos ha llevado a hacernos perder la ilusión y las ganas de mojarnos. Tenemos que superar esta etapa de indiferencia y volver a creer en lo público y en los gestores. Pero es que nos lo ponen muy difícil. De momento nos llega de Yankilandia un señor Trump -como mal menor para los americanos, o eso piensan ellos-, y nos hace rasgarnos las vestiduras, mesarnos los cabellos y buscar un hueco perdido en la montaña para pasar nuestros últimos días.

    Mi buena noticia de hoy  me la proporcionan, una vez más, esos seres corrientes que viven su lucha diaria con las situaciones injustas desde el anonimato. El pasado viernes fue inaugurado un economato solidario en el Palo. Allí un abnegado ex maestro, Fernando, desde su asociación  Amfremar, ha conseguido, auspiciado por el Ayuntamiento y otras muchas instituciones, abrir un establecimiento, al estilo del ya existente Corinto de los cofrades, en el que las familias necesitadas pueden comprar sus alimentos y artículos varios con unos precios muy económicos y, sobre todo, sin perder su dignidad.

   Allí estábamos todos los “fiebres” que nos movemos en ese “mundillo”, encabezados por nuestro alcalde, Don Francisco de la Torre, y las buenas gentes de Asuntos Sociales. Políticos-gestores que se dedican a servir y no a ser servidos. Ellos nos permiten mantener un hilo de confianza en un sector, el político, que se empeña en que perdamos las esperanzas que pusimos en ellos hace ya más de cuarenta años.

 

 

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