Publicidad

Carta abierta a todos los políticos del mundo


Estimados políticos: Lo que a continuación les escribo está presente o escondido, más o menos, en sus mentes. Me consta que muchos de ustedes viven y luchan para que la humanidad progrese física y psíquicamente. Mi enhorabuena y adelante. Yo estoy con ustedes. También sé que en la clase política existen paladines y defensores, pero sólo con palabras y no con acciones, de esa luz pura (llámenle como quieran) que todos necesitamos para una mejor calidad de vida plena, pero ahí se quedan. No son capaces de dar más por su mediocridad ¡Pobres políticos!  Y, por último, si ustedes son de esos políticos a los que sólo les interesan el poder y lo que éste conlleva, (sean sinceros en su introspección), les diré que esto es gravísimo, ya que nos hacen pensar al pueblo universal, que son ustedes de otra raza no humana, es decir, de una raza irracional. Ante estos vocablos míos, sé que algunos de ustedes sonreirán y “pasarán” de ellos, ya que su capacidad está concentrada en cómo lograr más riquezas para su bolsillo y en cómo conseguir mayoría de votos en los próximos comicios. Mintiendo, ¡claro! “El político…, dice Unamuno, miente, miente, miente…”. Todo cuanto les digo en esta carta abierta, amigos políticos, son conceptos que asimila fácilmente cualquier hombre y cualquier mujer, sólo por el hecho de pertenecer a la raza humana.

El camino que sigue la humanidad, desde la aparición del hombre sobre la Tierra, tiene numerosas partes o tramos muy diferenciados entre sí, en cuanto a los acontecimientos externos, ya sean substanciales o triviales para los pobladores del planeta, los cuales se vieron o se ven directa o indirectamente afectados o no, según la época y el lugar en el que vivieron o viven. Pero no nos confundamos. Cualquier hecho positivo o negativo que afecte a una parte, a más de una o a toda la humanidad, incumbe plenamente a cada individuo, sea político o no, a la sociedad en donde está inmerso y, por ende, a la totalidad de los humanos.

Este tramo del camino, es decir, por donde marchamos todos los seres humanos que aún vivimos, discurre, más o menos, desde la década de los años 30 del pasado siglo y las dos o tres primeras décadas del siglo XXI, (me limitaré a exponer mis pensamientos e ideas hasta el día de hoy, ya que mañana quién sabe lo que sucederá). Bien, decía que este camino nuestro está lleno de signos que emiten tinieblas y descalificaciones, arbitrariedades y abusos..., de gargantas que rebuznan, flagelan, condenan..., de promesas falsas, de cuentos y más cuentos, de ansia de poder y de fortuna, de libertades -transmutadas gran parte de ellas en libertinajes-, de opresores y oprimidos, de abundancias y miserias, de guerras y más guerras, de odios y envidias, de traiciones y muertes violentas..

En este espacio de tiempo, uno más entre tantos, comprobamos día a día que, en ciertos lugares del planeta, el conjunto de los derechos humanos está muy deteriorado.  Siempre lo estuvo, pero ahora está más deformado, y si continuamos en esta línea, seguirá cada vez más desfigurado, más devastado. Somos conscientes de que el alejamiento que existe entre numerosos gobiernos del orbe y los derechos de sus respectivos pueblos se va acrecentando. Tal separación nos debe preocupar, como individuos y como miembros de una sociedad, la humana, la cual de nosotros depende, con nuestros políticos demócratas a la cabeza, que los derechos de la humanidad se vayan restableciendo, mejorando en todo el mundo, o, por el contrario, llegará un día que sean desahuciados y entren en fase agónica.

Verdaderamente, hay quienes viven como espectadores ante este desmoronamiento universal. Es muy cómodo decir, estimados políticos, que intentamos avanzar y, al mismo tiempo, sabemos que no daremos ni un paso, o que, a lo largo de la Historia, siempre fue así o incluso peor, o que las reuniones de la O.N.U., U.E...., o aquellas otras -constituidas, coordinadas y auspiciadas por otras instituciones internacionales- se celebran para que “esa enfermedad del orbe” vaya remitiendo lentamente. ¿Y esto se lo creen ustedes, señores políticos?  La humanidad... no. ¿También creen ustedes que, en la última Cumbre de la Tierra -celebrada en junio de 2012 en Río de Janeiro bajo la denominación de Conferencia de Desarrollo Sostenible-, con ausencias esenciales, los proyectos de sus participantes están siendo ejecutados para bien de los humanos como, por ejemplo, combatir con coraje y entusiasmo para conseguir en más o menos tiempo la erradicación de la pobreza en el mundo? ¿Se lo creen? La humanidad, no. Además, todos conocemos que dicha Cumbre fue una decepción, un fracaso total.

En algunas naciones, los derechos humanos se tambalean. En otros países, pierden el equilibrio y ruedan por los suelos. En otros aguardan el tiro de gracia. En otros están encerrados en mazmorras y completamente olvidados. En otros ya fueron enterrados o incinerados... No, no soy pesimista, amigo político, es la pura y candente realidad de cada día, ésa que penetra por nuestros sentidos, y que nos machaca e intenta marcarnos, aunque célere nos recuperemos, a los que creemos y apostamos fuerte por el amor, la paz, la concordia, la igualdad..., para todos los seres humanos sin exclusiones de ningún tipo.

A los que todavía vivimos nos “ha tocado” andar sobre la Tierra con más o con menos diligencia, y en nuestro trayecto de cada día observamos que existen en él políticos -andariegos que se limitan a seguir la senda con el alma cerrada y los sentidos tapiados, cegados, ante la diversidad de problemas: guerras, calamidades, cruces, hambrunas, prepotencias, terrorismo, asesinatos...-. Son aquellos que se “cruzan de brazos”, permanecen ajenos a la misma y si dicen algo..., mienten o sólo dejan escapar por su boca uno o varios “pss”. Son astutos, embaucadores, parlanchines, mamasandeces..., y van y vienen, enriquecidos y prepotentes, siempre al margen de los que viven sin vivir. Nunca se comprometen -ellos dicen que sí- a luchar en primera línea, es decir, “no se mojan”, esperando que sean otros los que solucionen los conflictos, las represiones, las violencias, las tragedias, las canalladas, el mutismo... Y si nadie llega, “pss” se conforman con lo que les dicen otros colegas más ricos, demenciados y poderosos que, como ellos, no saben ejercitar su combativa labor política, ni expresarse con absoluta objetividad. Algunos piensan, otros ni eso siquiera, y a veces comentan: “Eso o aquello a nosotros no nos corresponde. ¡Qué podemos hacer! Ya habrá quien lo solvente”. También están aquellos que, de antemano, se excluyen ellos mismos de tal o cual problema, creyendo que es la postura “más inteligente”. Son los que, por miedo, por comodidad, por nula valía..., esconden su cuerpo en el interior de su concha o coraza, como los caracoles. En definitiva, todos ellos son sujetos fluctuantes e ineptos, que no ven más allá de un metro a la redonda.

Hay también políticos que vociferan hasta la saciedad, en medio de los pueblos o de los desiertos: “¡Cuidado! ¡Mantengámonos vigilantes! Los enemigos acechan. Éste es nuestro camino. No hay otro.” Pero las acciones u omisiones de estos mediocres corifeos gritabravatas y chupadiablos y tragadólares, y las de sus esclavos, sicarios lamebabosas, son tan innobles y antinaturales, tan tenebrosas y execrables, tan fanáticas y fútiles..., y, sin embargo, son apoyadas por ese gran número de fámulos y comodines que cortejan y aplauden a sus incombustibles adalides. Por ello, no nos ha de extrañar que existan países, en los cuales los derechos humanos, como ya he reseñado antes, estén gravemente enfermos, extinguidos o a punto de desaparecer, y en otros, sin embargo, se acaten y “se afanen por cumplirlos”, aunque en este grupo algunas naciones muestran al orbe el haz de sus actuaciones en este campo de los derechos humanos, pero no el envés.      

Sin más, reciban un cálido y sincero abrazo.

 

Comentarios
    No hay comentarios
Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.