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Celebrar un nacimiento y el solsticio de invierno. Respuesta a José García Pérez


Siempre es un placer leer que un gran escritor y columnista te dedica uno de sus textos, aunque lance su afilada pluma contra uno.

Un amigo suele decir, que puestos a ser atropellados, mejor sufrir el embate de un Ferrari, un Mercedes u otro coche por el estilo. Duele igual, pero, como que queda mejor en las necrológicas.

Esta semana un servidor es blanco de la columna de mi admirado José García Pérez en el Faro de Málaga (ver El copo de Pepe  publicada el 22/12/16) a cuento de la felicitación “navideña” que le envié a su correo.

Cuenta Pepe, poeta, profesor y ex diputado, que agradece pero aborrece el que le haya felicitado el Solsticio de Invierno, que presume mi condición de ateo y certifica la de cursi y que de paso, no entiende por qué no le felicito otros acontecimientos astronómicos, ofreciéndome una vez más, el honor y la excusa de la réplica, para dedicarle otra columna al Copo de Pepe. Y a ustedes que la lean.

Resulta que ni cursi ni atea, que puedo ser ambas cosas, pero no van por ahi los tiros. Desde hace años, tanto personalmente como desde el colectivo de personas e ideas que hay detrás de organizaciones como Electores, EQUO o Alhaurín Despierta venimos enviando a nuestros amigos, vecinos y simpatizantes una versión digital de la tradicional tarjeta de felicitación navideña, incluyendo una imagen evocadora, una frase apropiada y el deseo,  coherente y respetuoso de un Feliz Solsticio de Invierno a quienes nos importan.

Coherente en la imagen y en el texto con los valores e ideas que defendemos y por las que trabajamos: este año una frase de Petra Kelly, fundadora de Los Verdes alemanes y precursora de la ecología política en nuestro país y la imagen de una preciosa Thaumetopoea pityocampa, la famosa oruga procesionaria del pino como ejemplo de “subversión y ternura”, expresión que acuñó la mencionada activista para definirnos a los que, políticamente hablando, somos verdes.

La ausencia de referencias religiosas en general y católicas en particular es consciente aporta la dosis de respeto a nuestra felicitación. Respeto a todas las amistades, seguidores, vecinos y conocidos a los que pueda llegar el mensaje y no sientan como propio el mensaje religioso implícito en las fórmulas más tópicas y tradicionales de felicitación. Y respeto también a una realidad histórica que queda extremadamente restringida y pervertida con el simple Feliz Navidad.

Existen dos solsticios, el de verano y el de invierno. El solsticio de diciembre, que ocurre todos los años en torno al día 21 marca el momento en el que, desde nuestro punto de vista, el Sol alcanza su menor altura aparente en el cielo, hecho astronómico que se debe a la inclinación del eje de la tierra y su movimiento de traslación excéntrico y elíptico alrededor de nuestra estrella. Por estos días la posición de nuestro planeta respecto al Sol alcanza su punto más cercano (perihelio) lo que puede parecer una incoherencia a ojos del Hemisferio Norte en el que tenemos las menores temperaturas durante la estación de Invierno, pero que explica por qué para nuestros vecinos del Sur, donde ahora es Verano, sus temperaturas son notablemente más elevadas que cuando aquí estamos en esa estación.

Además de la altura del Sol, todo esto provoca que las noches sean las más largas del año y los días los más cortos, marcándose precisamente en estas fechas el momento en el que se cambia esta tendencia, esto es, a partir de ahora se irán haciendo más largos los días y más cortas las noches. Precisamente este hecho, natural, constatable y fijo a lo largo de nuestra historia, ha provocado que prácticamente todas las civilizaciones hayan inventado ritos, mitos y celebraciones conmemorativas de los solsticios.  El aparente ocaso del Sol, que parece estar a punto de desaparecer tras el horizonte durante los días para dar paso a largas noches, revierte en un acortamiento de las horas de oscuridad y en el triunfo de la luz conforme avanzan los días y esto se ha relacionado siempre con el triunfo de los vivos sobre el reino de los muertos, con nacimientos y resurrecciones. ¿A que les suena?

También les sonaba a los antiguos egipcios que creían que el período de solsticio de invierno marcaba la muerte y el renacimiento del dios Horus, dios del cielo y el sol.  Por este motivo hace mas de 5000 años inventaron el ritual de encender un tronco cuya luz servía de memoria y luz al dios y que mantenían ardiendo durante 12 días. Esta tradición se extendió a las ciudades de Sumeria y Mesopotamia en el festival de invierno de Zagmuk, y más tarde se convertiría en una de las características de la celebración romana de la Saturnalia, cuando era quemado una especie de tronco durante diez días para indicar el comienzo del gobierno de Mitra, el Dios Sol de los Persas, tambien venerado en la India, cuyo culto fue durante mucho tiempo contemporáneo al Cristianismo en Roma. Aún hoy en día conservamos un curioso vestigio de esta tradición, en forma de dulce: el tradicional “tronco de Navidad”.

Celtas, Romanos, Griegos, Mayas, Incas, Aztecas, prácticamente todas las culturas han tenido rituales y celebraciones estos días y siempre en relación con el acontecimiento astronómico.

Luego vino el Cristianismo y su práctico sincretismo, osea, su capacidad de conjugar ritos y rasgos de otras religiones para dar lugar a sus propios ritos y creencias.

Así, por influencia de anteriores ritos y creencias paganas, el cristianismo oriental adoptó el 5 o 6 de enero como el día del Nacimiento del Mesías, probablemente a raíz de un ancestral ritual de los basilidianos de Egipto del siglo II, una secta semi-cristiana, seguidora de las enseñanzas de Basílides, que realizaba una celebración a orillas del Nilo, precedida por un periodo de duelo donde se lloraba al dios Osiris muerto en la época del solsticio de invierno y celebraban la resurrección de Osiris que convertía aguas del Nilo en vino. Por este motivo las iglesias ortodoxas de Rusia o Jerusalén, aún celebran la navidad el 7 de enero.  También fueron influencias precristianas, paganas y ancestrales las que llevaron al occidente cristiano a adoptar la fecha del 25 de Diciembre a partir de las celebraciones del nacimiento de Mitra, entorno al solsticio de invierno, que derivó en la celebración en Roma de la fiesta del Sol Invicto el 25 de Diciembre, día en que los fieles se dirigían a un santuario de donde sacaban una divinidad del Sol, representado como un niño recién nacido, hasta que en el año 354 el 25 de diciembre se señalaba como Dies natalis Solis invicti, coincidente con el nacimiento de Cristo.

Estamos, como se vé, ante una de las estrategias de marketing mejor ejecutadas de la Historia, y no me refiero al Corte Ingles o a Coca Cola y su más reciente mercantilización del “espíritu navideño” sino a la excelente estrategia de la Iglesia, que permitió su rápida expansión por el mundo adoptando y adaptando a esos ritos, mitos y costumbres precristianas y paganas anteriores su propia liturgia.

Estas son algunas de las razones por las que, admirado Pepe, mi felicitación a la gente que me importa, utiliza y seguirá utilizando cada año la fórmula “Feliz Solsticio de Invierno”, único hecho cierto, natural, medible y comprobable a través de la razón y la ciencia que ocurre estos días en nuestro planeta sin que la perversión de las costumbres o las religiones en el tiempo pueda cuestionarlo.

Aunque puestos a celebrar natividades el 25 de Diciembre, me quedo con otra, más reciente, que también tiene su historia y anécdota. Se trata del nacimiento de un niño, cuyo legado cambió para siempre la forma que los hombres tienen de entender el mundo que les rodea. Aunque muchas biografías indican que nació el 4 de enero de 1643, hay que tener en cuenta que hasta 1752 Inglaterra no adoptó el calendario Gregoriano, otro invento de la Iglesia que tiene un desfase de 10 días con respecto al Juliano, por lo que realmente nació el 25 de Diciembre de 1642.

Ese niño se llamó Isaac Newton.

Juan Manuel Mancebo Fuertes

 

Comentarios
  • SORPRENDIDO

    27 December 2016

    … En este caso, nada sorprendido!

    Este muchacho, que cuando se pone hablar sólo dice sinsentidos, siguiendo al pie de la letra el manual del revolucionario dictador de la dictadura de lo políticamente correcto, se aplaude y se celebra a sí mismo y se parte de risa con sus chistes, ha llegado al ridículo, únicamente superado por la inigualable Rita maestre!

    Feliz Navidad, figura!

  • Angel Doctor

    25 December 2016

    Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres puritanos, dedicó más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia. Un análisis de todo lo que escribió Newton revela que de unas 3 600 000 palabras solo 1 000 000 se dedicaron a las ciencias, mientras que 1 400 000 tuvieron que ver con teología.26 Se conoce una lista de cincuenta y ocho pecados que escribió a los 19 años en la cual se puede leer «Amenazar a mi padre y madre Smith con quemarlos y a la casa con ellos».

    Newton era arrianista27 y creía en un único Dios, Dios Padre. En cuanto a los trinitarios, creía que habían cometido un fraude a las Sagradas Escrituras y acusó a la Iglesia católica de ser la bestia del Apocalipsis. Por estos motivos se entiende por qué eligió firmar sus más secretos manuscritos alquímicos como Jehová Sanctus Unus. Relacionó sus estudios teológicos con los alquímicos y creía que Moisés había sido un alquimista. Su ideología antitrinitaria le causó problemas, ya que estudiaba en el Trinity College, en donde estaba obligado a sostener la doctrina de la Trinidad. Newton viajó a Londres para pedirle al rey Carlos II que lo dispensara de tomar las órdenes sagradas y su solicitud le fue concedida.

    Cuando regresó a Cambridge, inició su correspondencia con el filósofo John Locke. Newton tuvo la confianza de confesarle sus opiniones acerca de la Trinidad y Locke le incitó a que continuara con sus manuscritos teológicos. Entre sus obras teológicas, algunas de las más conocidas son An Historical Account of Two Notable Corruption of Scriptures, Chronology of Ancient Kingdoms Atended y Observations upon the Prophecies. Newton realizó varios cálculos sobre el "Día del Juicio Final", llegando a la conclusión de que este no sería antes del año 2060.

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