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La otra mirada. Yo no voté a ningún rey


Como suele decir Arturo Pérez-Reverte, todavía estoy “patedefuá”, que no deja de ser un estado catatónico, entre alelado y tarambana, del que me voy recuperando gracias a las dosis de jabugo que me voy metiendo entre pecho y espalda a lo largo de este fin de semana, eso sí, regado por un ponderado “Vega Sicilia” que ayuda a desalojar de las venas el colesterol del pata negra.

Llegué a esta situación a causa de la impresión que me produjo ver por la pantalla del televisor al diputado Cañamero, Diego Cañamero, lucir palmito enfundado en su reinterpretado esmoquin bolchevique, con motivo del acto protocolario de apertura de la XII Legislatura en la Cámara Baja, día en que los Reyes presidían el solemne acto.

Dicen que aconsejado por las hordas rojas de las checas del “todoacién”, el diputado Cañamero optó para recibir al jefe del Estado, por destacar con un frac de gala minimalista, léase un “yersi”, que diría mi madre (para significar a la prenda de vestir denominada jersey), de color negro regio (sobrio, para los republicanos), como mandan los cánones. Si bien la gama cromática de las gafas elegidas para la ocasión iban a juego con el color atezado del “yersi”, desentonaba, sin embargo, la tonalidad índigo de las calzas de don Diego.

El diputado Cañamero acompañaba su vanguardista indumentaria de un complemento blanco, en forma de leyenda “pecheril”, en donde se podía leer la divisa: “Yo no voté a ningún rey”. Noooooooooooooooooooooooo, ¡por Dios! ¡Qué sacrilegio para la marca España!, pintarrajear la serenidad del negro con unos complementos de color neutro, ¡¡¡blanco!!! Si Josie llega a verlo se corta las venas, por Snoopy.

Si lo que el diputado Cañamero quería era llamar la atención lo tenía bien fácil: un toque multicolorista de Agatha Ruiz de la Prada o hacerse acompañar de Mario Vaquerizo; pero romper las armonías cromáticas y encima con estampados de consignas partisanas en el “yersi” que pertenecen a la ya superada moda de los años hippies, es lo más. Ossssssea…

Por cierto, yo tampoco he votado a don Diego, pero estoy más que satisfecho de que el diputado Cañamero pueda estar sentado en el Parlamento, ser digno de toda consideración y que pueda ejercer sus funciones con absoluto respeto, cortesía y civismo por parte de quienes no estamos en su trocha. Faltaría más.

 

 

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