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La separación de poderes y el actual sin gobierno


            Según se puede colegir, los políticos españoles no creen en la separación de poderes, ni les interesa su efectivo funcionamiento. Cuando tienen mayoría absoluta, ni pactan, ni dialogan, ni consensuan. A su interés -o al de sus patronos- van, que para eso me votaron, dicen, como si el voto fuese el cheque en blanco para hacer lo que a uno le dé la gana.

            Tal como se han resuelto las últimas elecciones (elecciones bis) el parlamento está en condiciones de potenciar su poder legislativo, pues cualquier resolución de un gobierno (poder ejecutivo) tendría que ser consensuada para su aprobación. Si el gobierno tiene mayoría parlamentaria, puede legislar a su antojo y conveniencia, con lo que el poder ejecutivo condiciona el legislativo y llega a caer en la tentación dictatorial.

            Si se deja gobernar a la lista más votada, sin más, porque lo ha sido, como no tiene mayoría absoluta, todas sus disposiciones, incluido el presupuesto para el próximo año, tendrían que ser discutidas con otros partidos y negociadas hasta llegar a acuerdos convenientes para todos. Pero, como no se cree en la separación de poderes, no se acepta la realidad de los resultados de unas elecciones y no se deja gobernar. ¿Qué mejor ocasión para dar un paso en favor de la efectiva separación de poderes?.

            Franco enseñó con la leche que nos dieron a mamar a ser dictadores y cada uno lo es en la medida de sus posibilidades y su ámbito. De ahí los continuos enfrentamientos de unos contra otros, la poca colaboración, el ir siempre contra el que se considera mejor posicionado para ocupar el cargo de presidente de gobierno, pongamos por caso.

            Tenemos demasiado convertido en gen de nuestro ADN aquello de “Quién no está conmigo está contra mí”, lo cual es ontológicamente antidemocrático. Por otra parte, como dice el refrán “Si quieres conocer al españolillo, dale un carguillo” y mucho más se da a conocer si el cargo supone la solución a su ambición, a su necesidad de pan de cada día. Quien dice pan dice “necesidades de vida en cierto nivel”, confirmación en el poder, etc. No se debe confundir el rábano con las hojas, el  medio con el fin, el poder ejecutivo con el legislativo o el judicial. Que así nos va y peor nos puede ir. ¡Ay si el pueblo importara a los políticos!

 

 

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