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La maldad humana


      La visita del Papa al campo de concentración de Auschwitz, durante las recientes Jornadas de la Juventud ha sido impresionante, su entrada en un profundo silencio y su anotación en el libro de visitas con la frase “Señor perdona por tanta crueldad” ha permitido señalar de nuevo hasta qué punto puede llegar la crueldad del ser humano.

      Desgraciadamente esta continúa, días atrás  han asesinado  a un sacerdote de ochenta y cinco años mientras decía misa en una iglesia de Francia. La maldad existe y a veces se disfraza, para justificar sus abominables actos, con el nombre de un Dios o una ideología.

      Pero dentro de estos terribles episodios aparecen personas que nos reconcilian con la humanidad.

      Una de estas, a cuya celda accedió el Papa durante la visita al campo, fue la del Padre Maximiliano María Kolbe, era un clérigo franciscano que estaba prisionero en el campo de exterminio.

      La historia de este clérigo nos la narró el sargento polaco Franciszef Gajowniczek también prisionero en el mismo en esas fechas.

      Una noche al pasar lista los guardianes hubo un prisionero que no contesto, se le buscó sin éxito. La consecuencia que tenia esta fuga consistía en seleccionar a diez prisioneros y ejecutarlos en represalia.

      Al día siguiente el coronel jefe del campo anunció la lista de los diez prisioneros que serían ejecutados,  uno de ellos, al oír su nombre musito las palabras “pobre esposa mía, pobres hijos míos”, Maximiliano Kolbe el clérigo al oírlas dio un paso adelante y le dijo al coronel: soy un sacerdote católico, soy ya viejo y querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene esposa e hijos.

     El coronel de mala gana aceptó el cambio, fue encerrado en una celda subterránea para que muriera de hambre, al final después de dos semanas, como necesitaban las celdas, le fue suministrada una inyección letal que acabo con su vida y fue incinerado después.

     La crueldad continuó pues el padre de familia por el que se había cambiado Kolbe al final fue también asesinado.

     Pero hubo más personas que salvaron judíos, uno muy conocido, que incluso se le hizo una película, fue el empresario alemán Oskar Schindler, al darse cuenta del final que podían tener los que trabajaban en su fábrica le hizo cambiar,  con ayuda de su contable también judío, logró salvar a los más de mil doscientos que tenía en su factoría, arriesgando su vida, pues caso  de haber sido descubierto le hubieran matado.

      Hubo mucha más gente, no solo en Alemania sino en Europa, que ayudaron a salvar judíos, sin embargo hay uno muy sorprendente, se trata de Albert Goering, este era hermano del jerarca nazi del mismo apellido, quizá por eso se  libró de ser ejecutado.

     Era un hombre de negocios, rechazaba de forma notoria la persecución que hacían los nazis, las estrategias que utilizaba consistía en enviar camiones a los campos de concentración a buscar “trabajadores”, luego hacía parar los vehículos en descampados permitiendo que los judíos huyeran, sin embargo no pudo librarse de la influencia del apellido cuando finalizó la guerra, murió en la más absoluta pobreza, no fue reconocida su labor hasta tiempo después de su muerte.

     El pasado siglo XX ha sido un horror en tragedias humanas, además de las dos guerras mundiales, hubo otros dictadores que produjeron millones de muertos, guerras coloniales, etc..… los comienzos del siglo XXI tampoco presagian nada bueno, la aparición del estado islámico, el golpe de estado en Turquía, son elementos muy preocupantes.

     La famosa locución latina “homo homini lupus”, “el hombre es el lobo del hombre” parece estar en los genes de algunos desalmados. Pero también hay héroes anónimos que no dudan en ayudar e incluso salvar a estas personas que son perseguidas.

      La gran mayoría de la humanidad es gente buena y los ejemplos, como el del franciscano Kolbe lo ponen de manifiesto, fue un testimonio profundo de amor a sus semejantes

    

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