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Seamos sinceros


Aumenta la pobreza en Hispanoamérica, en África, en Asia…, según alertaron expertos reunidos en las Naciones Unidas. Éstos propusieron revisar las estrategias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (una farsa más), cuyo cumplimiento estuvo previsto para 2015 prorrogado posteriormente hasta 2020. Con o sin expertos lo evidente es que mientras la mitad del planeta consume diariamente más del doble de las calorías necesarias para sobrevivir, es decir, más del 80% de los recursos naturales y elaborados, la otra mitad apenas recibe el 20%, si es que lo recibe, incluida la parte que no tiene nada para llevarse a la boca y se muere de hambre. ¡Qué control pueden pedirle, qué leyes quieren que obedezca aquel que ve a su hijo cómo malvive con el estómago vacío, cómo duerme sobre un lecho de cardos y grava, cómo enferma y no dispone de medicinas para curarlo!

Por desgracia, en los países desarrollados y en vías de desarrollo la conciencia social es mínima, y la mayoría de sus políticos, sea del color que sea, sólo ansía poder y riqueza. El egoísmo y la hipocresía y el ansia de poder forman parte de su sangre, de su vida. ¡Qué les importa a ellos que, en las naciones tercermundistas, tanto niños como adultos, luchen día a día, desesperadamente, por encontrar algo (sin importar qué) para llenar el estómago!

Seamos sinceros. Nuestros políticos no han logrado, al día de hoy, avances en la lucha para erradicar la pobreza y el hambre en el mundo. Y lo más negativo de esta realidad está en que las esperanzas para conseguirlo son escasas. Guerras, terrorismos, epidemias, pobreza, autoritarismo político, aislamiento internacional… Por ejemplo, la imagen que se tiene actualmente de África Subsahariana es la de la desesperación. Sólo en esta zona del continente africano hay 204 millones de personas que se encuentran en la pobreza extrema y, por ende, pasan hambre.

Antes la muerte que sobrevivir a merced de la desesperación. ¡Cómo pueden decir los políticos de la Unión Europea “vamos a combatir denodadamente contra la inmigración ilegal”! Si ustedes, o cualquier ciudadano, o quien esto escribe y firma malviviéramos en Mauritania, Mali, Somalia, Angola, Níger…, ¿cómo actuaríamos?

El hambre en el mundo existe por la pésima distribución de los recursos vitales y no vitales. Por ello, hay que atacar, tanto la pobreza como el hambre. No se trata, pues, de reducirlas, sino de acabar con ellas.

 

 

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