Dijo que sus creaciones literarias eran hidropoesía. Ciertamente estaba afectada por hidropesía y se mostraba hinchada y de cuerpo casi deforme. Afirmaba que sus hidropoéticos textos eran propagativos e integrantes de un martillo con el que se ha de martillar la violencia.
—Martillar o martillear ya implica violencia —le dijo él—. La guerra no se combate con la guerra.
—Mucho habría que discutir.
—¿Discutir o dialogar? Es que hasta el lenguaje se llena de palabras que connotan violencia. Los críos se pegan entre sí, como si los seres humanos llevaran la violencia en sus genes.
—El martillo es una herramienta de construcción de muebles, de edificios, de sociedades mejores. Por otra parte, mi hidropoesía es pacífica, promotora de la paz, del respeto, de la tolerancia, de la igualdad, de la solidaridad. Hará escuela la hidropoesía.
—Pero tú lo que padeces es hidropesía.
—Ya me estás atacando, compañero. Me echas en cara mi mal y no atiendes a los rasgos caracterizadores de mi obra.
Antonio García Velasco
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