Covid
Vino, y se quedó. El pánico generado cuando emergió se ha ido suavizando hasta perderle el respeto y la protección potencial es débil o brilla por su ausencia. Pero está ahí. Y lo peor es que las autoridades sanitarias, después de los decretazos, de dejarnos “prisioneros” no informa, al menos con la difusión que el problema requiere. La eficacia de la vacuna, que no nos libra de padecerlo, con cierta levedad, pero padecerlo parece restarle importancia, que la tiene. Y mucha.
Lo peor es que no hay unas directrices claras que indiquen el tipo de protección de la que hay que hacer uso.
La levedad del padecimiento, semejante a “un catarro común”, invita a no tomar alguna medida preventiva aglomerándonos, relacionándonos sin precauciones.
Quizá sería conveniente informar, estadísticamente sobre la intensidad y evolución de los contagios y aventurar potencial costo así como señalar medidas preventivas.
Alarma, no, precaución y su observancia, sin duda. De todas formas el maldito está, como la pantera, al acecho dispuesto a hacer de ti la presa anhelada. Cuídate mucho.
MR.
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