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En olor de lluvia, de J. A. Albertini


En olor de lluvia, de J. A. Albertini, es una de las novelas que deja huella, tanto por su temática como por la calidad de sus diálogos y su narrativa. Traspasa la temporalidad. Consigue volver al pasado y hacerlo presente. 

Conjugar ficción con hechos históricos es tarea ardua. Albertini lo realiza de manera prodigiosa.

            El autor, nacido en Santa Clara, Las Villas, Cuba (1944), y con una amplia trayectoria literaria y periodística, ha escrito las novelas: “Tierra de extraños” (1983), “A orillas del paraíso” (1990), “Cuando la sangre mancha” (1995), “El entierro del enterrador” (2002), “Allá donde los ángeles vuelan” (2010), “Un día de viento” (2014) y “Siempre en el entonces” (2017). Fue Presidente del Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio, afiliado al PEN Internacional con sede en Londres, Inglaterra. Se inspiró para esta novela en un hecho sorprendente acaecido en su tierra natal: La historia de la Virgen “desaparecida” dos veces y, finalmente, encontrada. Se trataba de “una versión maravillosa de la Inmaculada de Murillo, de tres metros de alto y tallada en legítimo mármol de Carrara en los talleres de Enrico Arrighini e Figlio, casa fundada en 1870 en Pietrasanta (Lucca) Italia”.

            Los deseos con los que todos soñamos, Albertini los convierte en realidad: jugar con el tiempo, el triunfo del amor sobre la muerte …

            Se saborea cada frase con deleite como, por ejemplo: “Olfateando el olor a tiempo ido que regresa en morosidad apacible…” o “en la memoria selectiva del pasado no hay cabida para añoranzas, pena ni muertes”.

            En ella, ante un futuro incierto, triunfan el amor, las tradiciones, costumbres y creencias. Una manera que como el propio autor dice: “No hay otra forma de obtener paz y tranquilidad”, “lo vivido no encierra sorpresas”.

            Es un amor precioso el que siente Florencio Flores por Rosalía Rosado. Ella vive y vive joven y bella.

            A colación, cabe recordar las palabras de Charles Chaplin en un párrafo de “El último discurso: “El alma del hombre ganó alas y al fin comienza a volar. Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro, ese glorioso futuro que le pertenece, pertenece a mí y a todos nosotros, a todos los seres humanos que pueblan el mundo”.

            Por todo ello, es una novela que no deja indiferente, que todos deberíamos leer.

 

Comentario de Lola Benítez Molina, Málaga (España)

 

 

 

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