Minos y el laberinto
El profesor recalcaba el concepto de equidiferencia y Minos, su alumno, cada vez se convencía más de que aquello formaba un intricado dédalo del que era imposible encontrar la salida.
Cuando, por fin, finalizó la clase, Minos se subió al tolmo instalado en la plaza y proclamó a gritos: "Juro que construiré un laberinto donde encerraré a don Julián, mi profesor de Matemáticas. Que el mundo conozca mi propósito".
Quedaría el juramento en rabieta de adolescente, si bien Minos suspendió el curso. No obstante, pasó al siguiente por una enredada ley de educación que impedía que los estudiantes repitieran.
Cuando Minos, pasados los años, se percató de que permanecía en el laberinto de la ignorancia, buscó a don Julián para decirle: "Feliz Año Nuevo, profesor. Le ruego me ayude a encontrar la salida".
Antonio García Velasco
https://agvelasco.blogspot.com/
Antonio García Velasco
Gracias, Manuel. En ese sentido va el microcuento: al alumno le pueden parecer laberínticas las explicaciones del profesor. Pero son, en verdad, el hilo que lo ayuda a salir del laberinto de la ignorancia y poder enfrentarse al laberinto de la vida. Feliz año.
Manuel Rodríguez
Certera y escueta definición implícita de la función del profesor: “Ayuda para salir del laberinto”. El que tiene que buscar la salida y salir, es el alumno. Sigue acertando para nuestro recreo. Feliz año.