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La Térmica está que arde


Cuando se produjo el nuevo cambio de gobierno en la Diputación Provincial, presidido por Elías Bendodo, la añeja institución cambió totalmente su fachada de cara a la galería. Aquellos años de gestión socialista cerraron la página de una época y abrían una era totalmente nueva y diferente. Entre una de las profundas transformaciones que experimentaron las áreas provinciales se encuentra la Térmica, la gran apuesta del Partido Popular por la innovación y la vanguardia en la cultura malagueña.

¿Qué es la Térmica? “La Térmica se define como un holograma en red, un lugar donde tienen cabida programas de actividades adaptadas por los principales centros de producción cultural y formativa más modernos […] Un espacio para el aprendizaje, abierto al diálogo […] La Térmica trabaja por y para la sociedad de la que es parte activa […] La participación activa del público es un eje fundamental dentro del planteamiento de la Térmica […] La agenda de actividades de la Térmica está pensada para llegar a todos”. Así se define esta institución liderada por el ya conocido Salomón Castiel, antiguo gerente del Teatro Cervantes.

Desafortunadamente, la Térmica no es realmente la mitad de lo que aspira a ser. ¿Por qué? La Térmica pretende conjugar dos elementos que son radicalmente opuestos. De un lado, desea seguir la estela de los contenedores culturales y gestionados por la ocupación, como la Tabacalera de Lavapiés en Madrid. De otro lado, pretende convertirse en un lugar totalmente vanguardista de gusto refinado y ajeno a las demandas de la sociedad, en los que sólo el criterio de unos pocos tenga cabida. Y pese a todo, muchos están satisfechos con la Térmica.

Hablar de diálogo, trabajar por la sociedad o participación activa del público en la Térmica, dirigida por Castiel, es como hablar del sexo de los ángeles. De todos es conocido su asco por lo andaluz y su amor por contratar con productoras externas. Infinidad de proyectos propuestos por asociaciones y ciudadanos malagueños se quedan enquistados en algunos de los departamentos de esta institución, según distintos colectivos locales. Ya de todos es conocida la opacidad y falta de transparencia de la gestión realizada por Castiel, y que ya fue denunciada en el pasado por los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Málaga. La camarilla de creativos catetos, reconvertidos en un intento de hípsters, sólo cumplen instrucciones de la más alta esfera dirigida por este señor y que sólo responde a un elemento: amiguetes. Y no importa el proyecto que se presente, ya que si no eres un gran artista de renombre u ofreces algo que pueda producir euros, tu proyecto está muerto. No habrá llamada, ni respuesta, ni nada. Sólo la ignorancia.

Hasta cierto límite puede tolerarse el corporativismo practicado por las distintas personas que de alguna u otra forma dirigen o gestionan algunas de las aulas de pensamiento, filosofía o el mercadillo hippie dominical. Pero es para los colegas. Como ya mencionaba hace unos años un medio de comunicación local, Salomón Castiel es conocido por ser “el hombre que ríe lo justo, o menos, para hacer reír generosamente a cuantos le rodean”.

La sociedad malagueña, sus asociaciones o sus ciudadanos sólo están para rellenar las butacas del público, y si no se consiguen llenar, ya se hace pidiéndoles a los alumnos universitarios que vayan a cubrir el hueco bajo pena de suspender. Es un auténtico negocio basado en continuar manteniendo ignorados a los malagueños y las malagueñas en su vertiente activa, convirtiéndolos en un público-masa sin capacidad para participar realmente de la institución. Eso es la Térmica. Y la cosa está que arde.

 

 

 

 

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