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Saberes y conocimientos


Aprendizaje e inteligencia”, brillante columna en la que Dª Laura López, prestigiosa psicóloga y compañera columnista, muestra sus saberes.

Aunque lego en la materia, como en tantas otras cosas, mi curiosidad intelectual me lleva a su lectura reflexiva y me tropiezo con esta afirmación, bien cierta: “No nacemos hechos ni completos”; sin embargo, en el cigoto se concentran todos los potenciales del espermatozoide y el óvulo. El cordón umbilical que lo une a la madre y su alojamiento en el claustro materno garantizan su desarrollo paulatino.

Durante la gestación se van concretando los potenciales genéticos. Es por eso mi extrañeza ante esta aseveración: “nada es innato en el ser humano, ni siquiera la inteligencia”.

El individuo, al nacer, lleva consigo todo aquello que precisa para subsistir, sus “saberes intrínsecos o innatos” podríamos decir ¿Qué son, si no, sus reflejos? Succión, prensión, de Babinsk, entre otros; tan es así que las respuestas de los reflejos del neonato a sus estímulos indican la existencia o no, de una posible anomalía intelectual.

Comparto su afirmación de que “Nunca fuimos perfectos ni completos”. Nos vamos haciendo, diría yo. En algunos casos, nos deshacemos. Al hilo de esto me tomo la licencia de autocitarme en mi LECCIÓN FINAL como profesor en activo, bajo el título: “La matemática lenguaje, instrumento y estructura”  

2.- VISIÓN INICIAL INFANTIL

Desde que el niño nace y fija la vista y distingue objetos, que al parecer sucede en los primeros meses de vida, se encuentra de lleno con la visión de conjuntos: sus manos, sus pies, sus dedos; barrotes de la cuna, cuadros, y un largo etcétera. El niño diferencia, progresivamente, sus elementos, familiarizándose, de modo natural, con la idea intuitiva de unidad como un todo y como parte. Ordena, relaciona, establece correspondencias; hambre, lloro, amamantamiento, satisfacción. Necesidad igual a madre a resolverla y ¿Esto qué es?: Teoría de conjuntos; pura y llanamente ¡Elementos de Teoría de Conjuntos!

La experiencia nos dice,  sobre todo a los padres, que entre el conjunto de las necesidades de un bebé y el conjunto de actuaciones de su mamá, existe una correspondencia en el sentido matemático del término, de tal manera que, a cada necesidad del bebé, se corresponde con un acto específico de su mamá. Múltiples pueden ser los ejemplos naturales, de un encuentro  natural e inmediato del recién nacido, con los elementos de la Teoría de  Conjuntos. (Fin de la cita).

Como profesor de matemáticas me he encontrado con alumnos brillantísimos, que aprendían sin esfuerzo, con soluciones originales a las cuestiones planteadas, cuyo triunfo, concluida su carrera, era previsible.

Sócrates diría de Teeteto, como Terpsión cuenta, que “cuando tuvo la oportunidad de tratarlo y conversar con él”, que “no tenía más remedio que llegar a ser una persona de renombre si llegaba a la madurez”. 

Otros de inteligencia más normal que con esfuerzo continuado alcanzaban cotas estimables y otros, más limitados, que no podían o no sabían superar los retos  a los que se enfrentaban y abandonaban.

¿De dónde proceden tales diferencias?

Intuyo: Para que el aprendizaje sea fecundo las “condiciones iniciales” han de ser firmes y suficientes.

Concluyo: El tema es tan complejo que ni tan siquiera se puede bosquejar por mucho que se escriba.

MR.  

 

 

 

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