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¿Crisis diplomática?


Cuando aquello del referéndum de entrada en la OTAN convocado por Felipe González, un servidor votó un NO como la copa de un pino por solidaridad con mi patria chica, Melilla, ya que no se contemplaba -ni se contempla- ser objeto de defensa por parte del organismo del Atlántico Norte; igual ocurría con su prima hermana, la digna ciudad de Ceuta, sometida hoy a análisis político en todas partes del mundo a causa de los últimos “saltos” de ciudadanos marroquíes en su suelo, en su inmensa mayoría chavales menores de edad.

 Al Sultán de Marruecos se le debe un “cierto y extraño” vasallaje si deseamos vivir en paz en la península. Son numerosos los españoles que se han acordado del Emérito en estos días de tribulación diplomática y política; él, como nadie, conoce a sus “primos hermanos” y de ello ha dado, y sigue dando pruebas en la actualidad.

 En este par de días que llevamos de “jaleo” permanente he vuelto a sentirme “maestro escuela” al tener que explicar a nietas, jóvenes amigos y estudiantes andaluces que no saben de la existencia del Ebro, cosas sobre el Frente Polisario, la Marcha Verde y el Sahara Occidental; y de paso intentar salvar la cara del gobierno que nos representa de manera no muy ortodoxa.

 En fin, se van consumiendo las 310 palabras que me corresponden los viernes, y aún no he dicho la gran metedura de pata que la diplomacia española cometió por darle “asilo” médico a Brahim Gali, jefe del Frente Polisario que busca hacerse con el Sahara Occidental, tierra de “nadie”.

 Los EEUU de Trump y Biden , o sea, republicanos y demócratas del rifle y la biblia apuestan que ese rico desierto pertenece a Marruecos y nosotros, oh nosotros, jugamos a las siete y media  para seguir en la más pura inopia.

 

 

NOTA. Este Copo se ha publicado en La Opinión de Málaga y El Faro de Málaga.

 

 

 

 

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